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17/01/2025


"Lo Vemos" no es solo una canción; es una expresión profunda de fe, esperanza y transformación hacia la caridad para con los demás como para uno mismo. Con la letra, cargada de simbolismo cristiano y templario, intento llevar a la reflexión sobre el poder redentor de la cruz, la luz eterna que disipa las sombras y el amor incondicional que nos une. Este himno resuena con la energía espiritual que toca las fibras más profundas del ser humano, ofreciendo una oportunidad para la introspección y el crecimiento personal.

En la primera estrofa, la imagen del "Hijo que abraza los clavos del mundo" nos lleva a reconocer la vulnerabilidad y el sacrificio como aspectos que, lejos de debilitarnos, nos permiten alcanzar una fortaleza y una redención profundas. La cruz, iluminada y luminosa, se convierte en el símbolo de la salvación, una luz que no solo nos guía, sino que también nos redime de lo roto y lo profundo de nuestra humanidad. La luz de la aurora, mencionada en la letra, es una metáfora del renacimiento que surge del sufrimiento transformado en amor.

El estribillo en latín, "Ecce Agnus Dei" ("He aquí el Cordero de Dios"), nos conecta con una tradición ancestral que, al invocar la salvación del mundo, también nos recuerda el poder transformador que emana de la humildad y la entrega. La luz eterna que "viene" no es solo un fenómeno externo; es la luz interior que todos llevamos dentro y que solo puede brillar cuando tomamos conciencia de nuestra propia capacidad de redimirnos.

La segunda estrofa resalta otro aspecto importante: la universalidad del mensaje. La referencia a "manos que ofrecen abrigo" y a un "templo no hecho de piedra, sino todo el camino" es una invitación a encontrar lo sagrado en cada acción y en cada paso que damos. La verdadera espiritualidad no reside en las estructuras físicas o dogmáticas, sino en la disposición del corazón para servir, sanar y acompañar a otros en su proceso de transformación. La música de estos versos resuena como un grito de esperanza para aquellos que se encuentran en los valles de la oscuridad, recordándoles que la salvación no es un destino lejano, sino una experiencia presente y accesible.

El puente de la canción refuerza este mensaje al describir una "espada de fe" que nos guía en la luz. La "gloria" mencionada no es solo una promesa futura, sino una realidad palpable en el aquí y ahora, cuando nos unimos en la fe y el amor. La llama que "no muere" es esa chispa divina que reside en cada uno de nosotros y que puede encenderse en el momento en que tomamos las riendas de nuestra propia transformación. En la vida, cada paso dado con fe y amor, nos renueva y nos eleva hacia lo sublime.

Finalmente, la coda de la canción cierra el ciclo con una proclamación de victoria: "Lo vemos, su gloria es eterna, un Rey que en su cruz nos libera". Este canto no es solo una alabanza a la divinidad, sino un recordatorio de que el amor eterno nos envuelve y que su reino florece en el alma de cada individuo que se dispone a recibirlo y a compartirlo con el mundo.

"Lo Vemos" es, entonces, una obra que invita al oyente y al lector a mirar dentro de sí mismo y a reconocer su potencial divino. La salvación no es un evento externo, sino un proceso interno, una liberación que se alcanza cuando reconocemos el amor que habita en nuestro corazón y nos entregamos a la misión de vivir con propósito, guiados por la luz de la compasión y la fe. La cruz, la espada de fe, el amor incondicional: todo se une en este himno para recordarnos que, a través de nuestra propia transformación, podemos ser la manifestación de la gloria divina en el mundo.

Este texto es una invitación a hacer de la canción "Lo Vemos" un instrumento de sanación personal, una reflexión sobre cómo la fe, el amor y la luz eterna son la clave para mejorar y transformar nuestra vida diaria. Que, al escucharla y al compartirla, cada individuo pueda encontrar un camino hacia su propia redención, alzando su propia cruz luminosa con valentía, amor y esperanza.

LO VEMOS (Lírica). Si deseas escucharla, haz clic en este link. Si deseas ver la partitura y lírica completa, haz clic en este otro link

Lo vemos alzando su cruz luminosa,
en sus ojos, la luz de la aurora gloriosa.
El Hijo que abraza los clavos del mundo,
su sangre redime lo roto y profundo. 

Ecce Agnus Dei, mundi salus est,
Lux aeterna venit, cor nostrum refert.
Crucem sanctam tollit, spes fideles vivit,
Iesu Rex et Frater, amor in nobis sit. 

Lo vemos en manos que ofrecen abrigo,
su templo no es piedra, es todo el camino.
Sus pasos resuenan en valles dormidos,
su voz es el canto que salva a los heridos. 

Ecce Agnus Dei, mundi salus est,
Lux aeterna venit, cor nostrum refert.
Crucem sanctam tollit, spes fideles vivit,
Iesu Rex et Frater, amor in nobis sit. 

Espada de fe, en la luz cabalgamos,
su nombre en el viento, unidos clamamos.
Gloria a su reino, su amor nos sostiene,
en Él se renace, su llama no muere. 

Ecce Agnus Dei, mundi salus est,
Lux aeterna venit, cor nostrum refert.
Crucem sanctam tollit, spes fideles vivit,
Iesu Rex et Frater, amor in nobis sit. 

Lo vemos, su gloria es eterna,
un Rey que en su cruz nos libera.
Lo vemos, su amor nos envuelve,
su reino en el alma florece. 

Traducción del Estribillo: 

He aquí el Cordero de Dios, la salvación del mundo, 
La luz eterna ha llegado, nuestro corazón lo recuerda.
Él levanta la santa cruz, la esperanza de los fieles vive,
Jesús, Rey y Hermano, que el amor esté en nosotros.

Para finalizar. La Llama que Renace en Cada Uno de Nosotros.

Al cerrar este ciclo de reflexión a través de la lírica de "Lo Vemos", invito a cada oyente, a cada lector, a mirar en su interior, a reconocer las huellas de la luz que ya habitan en su ser. La cruz luminosa que se alza en la canción no es solo un símbolo externo; es la invitación a un proceso interior de transformación, una llamada a abrazar las partes rotas y a sanar las heridas con la conciencia de que, en ese acto de sanación, todos nos redimimos.

A lo largo de nuestra vida, como bien sabemos la búsqueda de la espiritualidad y el conocimiento no es un camino lineal. Tú debes ser un vivo testimonio de que cada aspecto de nuestra vida puede integrarse en un solo viaje hacia el ser completo. Cada acorde de música que se compone, cada letra que se escribe, cada reflexión filosófica que surge en nuestra mente, son manifestaciones de una búsqueda constante de profundidad, de conexión con lo divino y lo humano. En cada paso que damos, en cada decisión que tomamos, tenemos la oportunidad de elevar nuestra alma. El amor incondicional que se menciona en "Lo Vemos" es un amor que no solo se dirige hacia los demás, sino que comienza en uno mismo. Reconocer la divinidad dentro de cada uno, es un acto de valentía y autodefinición. Cada persona tiene el potencial de ser un reflejo de esa luz eterna; cada uno puede ser el "Rey que en su cruz nos libera", si se atreve a abrazar las pruebas y transformarlas en un camino de crecimiento.

La reflexión sobre la cruz y la espada de fe, esos símbolos que atraviesan la obra, nos muestran que la verdadera fuerza no está en evitar las dificultades, sino en enfrentarlas con la certeza de que, a través del amor y la fe, podemos transformar cada desafío en una oportunidad para renacer. Como bien sabemos, de seguro que tú mismo, querido lector, has pasado por procesos de transformación en diversos aspectos de tu vida, y cada uno de esos momentos ha sido una pieza fundamental en el mosaico que eres ahora.

Al concluir, te invito a recordar que, lo que expreso en la coda, "su gloria es eterna", no es algo distante; es algo que cada uno de nosotros puede experimentar al dejar que el amor se exprese en nuestras acciones, en nuestra música, en nuestra escritura, en nuestro ser. Al mirar a los demás, tal como "Lo Vemos" sugiere, vemos también la luz que los demás comparten con nosotros. Pero antes, debemos aprender a mirar hacia adentro, a descubrir esa luz en lo más profundo de nuestro ser, a encontrar la esperanza en las sombras, la fe en las pruebas y el amor en todo lo que somos y hacemos.

La obra que acabas de leer y escuchar no es solo una canción. Es una llamada a cada uno de nosotros para que nos atrevamos a ser lo que podemos ser: seres completos, redimidos, iluminados, listos para abrazar la vida con valentía y amor. Que al final de este viaje musical y espiritual, la cruz que llevamos sea no solo un símbolo, sino una manifestación tangible de la fuerza y la gracia con las que nos enfrentamos al mundo.


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