Dentro de la palabra "שבט" (Shevat), la "ש" (Shin) se revela como el vehículo de la Shekhinah. Esta presencia divina, tanto cósmica como arraigada en lo más profundo del corazón humano, hace de Shevat una ventana abierta para sintonizar con la esencia que permanece oculta en cada alma. Este mes es un recordatorio constante de la luz interna que aguarda pacientemente ser revelada. También debo traer a colación que es común asociar a Shevat con los árboles y la naturaleza, en particular con la festividad de Tu Bishvat, conocida como el Año Nuevo de los Árboles. Tu Bishvat cae en el día 15 de Shevat y se celebra con actividades que destacan la conexión entre el ser humano y la naturaleza, incluyendo la plantación de árboles y la reflexión sobre la importancia de la preservación del medio ambiente. También creo que es importante que mencione aquí, al mes de Tevet (un nombre que a la vez es un ambigrama) el cual es el décimo mes del calendario hebreo y suele abarcar parte de diciembre y parte de enero en el calendario gregoriano. El nombre "Tevet" proviene del babilónico y significa "diez". En la tradición judía, Tevet tiene un significado especial ya que está asociado con eventos históricos, principalmente con el inicio del asedio a Jerusalén por Nabucodonosor, que culminó en la destrucción del Primer Templo. Este evento trágico llevó al establecimiento del 10 de Tevet como un día de ayuno en conmemoración de dicha calamidad.
Antes de continuar, debo ampliar el significado de la Shekhinah:
La Shekhinah es un término hebreo que se utiliza en la tradición judía para referirse a la presencia divina de Dios que reside o mora en el mundo, especialmente entre su pueblo. La palabra "Shekhinah" tiene sus raíces en el verbo hebreo "shakan", que significa "morar" o "habitar".
La Shekhinah se considera una manifestación de la presencia divina que conecta el mundo terrenal con lo trascendental. A menudo, se visualiza como la presencia de Dios que habita en el Templo de Jerusalén, específicamente en el Santo de los Santos. También se asocia con la nube que simbolizaba la presencia de Dios durante el éxodo del pueblo de Israel en el desierto, como se describe en la Biblia.
En la espiritualidad judía, la Shekhinah se considera una compañera divina que acompaña a las personas en su viaje espiritual. Se la ve como una presencia reconfortante y protectora, como un Egregor o Mente Supraconsciente. La idea de la Shekhinah destaca la creencia en la inmanencia de Dios, su cercanía y participación en la vida diaria de las personas.
Prosigamos. Hanukkah, una celebración que trasciende más allá de su narrativa histórica. La iluminación de las velas de la menorá durante Hanukkah simboliza la capacidad intrínseca del individuo para disipar la oscuridad interior. Es un acto de descorrer el velo del olvido y permitir que la luz divina resplandezca desde lo más profundo de su ser, recordándonos que cada uno posee el potencial para encender la llama interior.
En este viaje esotérico, Tammuz y Menajem Av, meses trágicos, adquieren una nueva perspectiva. El Templo, entendido esotéricamente, no es simplemente un edificio físico; es la conexión directa entre el individuo y la divinidad. La destrucción de estos templos físicos simboliza la desconexión espiritual, llamando a la reconstrucción del templo interno de cada ser, una estructura que se erige sobre los cimientos de la conexión divina y la conciencia elevada.
La figura de Moisés, vinculada a la Shekhinah, representa la conciencia elevada que guía a través del velo de la ocultación divina. Moisés se erige como un faro espiritual, señalando la importancia de la devoción y la pureza en el servicio divino. Es el arquetipo de la conexión directa con lo divino, una guía que muestra el camino para atravesar la ocultación y experimentar la presencia divina de manera plena.
La alusión a "favores" (טובות) en relación con Shevat, junto con la inserción de la letra 'ו' (Vav), simbolizando la Torá, revela un camino hacia la espiritualidad profunda. Buscar la verdad en las enseñanzas sagradas no solo es un ejercicio intelectual, sino una búsqueda activa de la benevolencia divina que se manifiesta a través de la espiritualidad. La Torá (o Viejo Testamento en el Catolicismo) se convierte en una guía fundamental para descubrir la luz interna y desentrañar la bondad divina que impregna cada aspecto de nuestras vidas.
El décimo de Shevat, marcado como el inicio del asedio de Nabucodonosor a Jerusalén, se interpreta esotéricamente como el llamado a asediar nuestras propias murallas internas. Este asedio personal implica derribar las barreras que separan la conciencia individual de la presencia divina, permitiendo una conexión más íntima y profunda. Es un recordatorio de que, al atravesar nuestras propias murallas, podemos experimentar la plenitud de la presencia divina en nuestras vidas.
El ayuno asociado con el décimo de Shevat, desde la perspectiva esotérica, se transforma en un acto de purificación interna e introspección. Más allá de la abstención de alimentos, implica apartarse de las distracciones materiales para permitir una conexión más profunda con lo espiritual. Es un ritual que va más allá de la práctica externa; es una oportunidad para sumergirse en la esencia interna, desprendiéndose de lo superficial y permitiendo que la verdad espiritual se revele.
La profecía de Zacarías, por ejemplo, se desentraña esotéricamente como un llamado a la alegría interna, el amor, la verdad y la paz. Estos aspectos deben florecer en el templo interior de cada individuo, como una manifestación tangible de la presencia divina en sus vidas. La profecía nos insta a cultivar un jardín espiritual, donde cada flor represente la armonía y la plenitud espiritual.
En esta amalgama de sabiduría esotérica, anhelamos que cada uno alcance la comprensión y la experiencia de construir su propio templo interior, donde la luz divina brille en su máxima expresión.
¡Que así sea, en la transformación interna, Amén!
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