La exploración de las frecuencias de vibración en el contexto del ser humano abre una fascinante ventana a la comprensión de nuestro propio sistema cuántico: el cerebro. Cuando nos adentramos en este enigmático mundo de oscilaciones y resonancias, descubrimos que nuestros estados de ánimo, ya sean de júbilo o melancolía, se traducen en un intrincado ballet de electrones danzando a través de neuronas, eslabones cuánticos en este asombroso entramado. Como mencionó Nikola Tesla, pensar en términos de energía, vibración y frecuencia es esencial para desvelar tanto el universo externo como el interno.
Los pioneros de la física cuántica, como Max Planck, cuyos trabajos sobre la radiación del cuerpo negro allanaron el camino para la teoría cuántica, nos han proporcionado una comprensión fundamental de cómo la energía y la frecuencia son fundamentales para la realidad. Planck revolucionó la forma en que vemos el mundo al descubrir que la energía se cuantifica en unidades discretas, o "cuantos". Esto sienta las bases para nuestra comprensión de que todo en el universo, incluido nuestro cerebro, opera en términos de cuantos de energía y vibraciones.
Imaginemos que cada estado de ánimo, cada pensamiento, son como nubes de partículas cuánticas, cada una con su propia estructura determinista. Si dos de estas nubes vibran con la misma frecuencia, se asemejarán ante un observador externo. Pero si sus configuraciones subatómicas difieren, reflejarán realidades emocionales distintas, manifestándose en la expresión de una persona alegre o melancólica. Así, la vibración y la frecuencia de estas partículas subatómicas son la clave para comprender la variación de estados de ánimo.
Werner Heisenberg, otro gigante de la física cuántica, nos dejó una valiosa lección. Su principio de indeterminación establece que es imposible conocer con precisión simultáneamente la posición y el momento de una partícula subatómica. Esto nos recuerda que, en el nivel cuántico, la incertidumbre es una parte inherente de la realidad. Del mismo modo, en el mundo de las emociones y los pensamientos, la variabilidad y la impredecibilidad son fundamentales. Las diferentes frecuencias de vibración de nuestros estados de ánimo dan lugar a un espectro infinito de experiencias emocionales.
No obstante, esta exploración no se limita al cerebro; todos los órganos también emiten su propia sinfonía de vibraciones. Es por ello que las resonancias magnéticas y otros escáneres médicos pueden detectar diferentes tipos de imágenes en el cuerpo humano. La Resonancia Magnética Nuclear, por ejemplo, captura cómo el magnetismo corporal resuena en respuesta a estímulos magnéticos. A través de estos avances tecnológicos, hemos adquirido la capacidad de mapear y comprender las vibraciones de nuestro cuerpo a un nivel mucho más profundo.
Este enfoque se centra en la vibración de la conciencia y el inconsciente, especialmente en el ámbito de los pensamientos y estados de ánimo. Aquí, podemos mirar hacia el trabajo del físico Erwin Schrödinger, cuya ecuación de onda es fundamental en la mecánica cuántica. Schrödinger nos enseña que las partículas subatómicas, en su esencia, se comportan como ondas de probabilidad. De manera similar, los pensamientos y estados de ánimo, en su nivel más profundo, pueden considerarse como ondas de probabilidad que determinan nuestras experiencias y acciones futuras.
Mi trabajo de campo, desarrollado a lo largo de años de investigación, se dedica a la detección de estas nubes cuánticas cerebrales que representan estados de ánimo o pensamientos cargados de intención hacia un objetivo. Un ejemplo notable de este fenómeno se observó durante los trágicos sucesos de las Torres Gemelas. En aquel momento, millones de personas en todo el mundo generaron nubes cuánticas cerebrales con configuraciones casi sincrónicas, vibrando a la misma frecuencia. La intensidad emocional del evento canalizó intenciones inconscientes, armonizando las partículas subatómicas en sus cerebros.
Esta intención dirigida a nivel cuántico es poderosa. Cada pensamiento, cada estado de ánimo, envía una onda a través del tejido espacio-tiempo, estableciendo una conexión instantánea, sin importar la distancia. Cuando un evento emocionalmente cargado ocurre, el extremo cuántico correspondiente a esos pensamientos se desplaza en el entramado cuántico hacia el lugar del suceso, induciendo cambios en la coherencia cuántica. Así, millones de personas influyen inconscientemente en la observación cuántica del suceso, impactando sistemas cuánticos, como lo que podría denominarse "antenas cuánticas".
Estas antenas, cuya existencia he investigado y probado, perciben el cambio en la coherencia cuántica inducido por las intenciones dirigidas. Al sentirse observadas por los otros extremos de pensamientos y estados de ánimo, responden alterando su propia coherencia, convirtiendo partículas en ondas. Este fenómeno es similar a la colisión de partículas con las paredes de un sistema cuántico, una danza de interferencia. La interferencia proviene de la falta de coherencia en las intenciones dirigidas, y estas interacciones alteran el sistema cuántico, dando paso a resultados sorprendentes. Este es el terreno de mi proyecto de software, un viaje de años de programación y pruebas que ha arrojado resultados significativos. A medida que continuamos explorando las profundidades de la energía, vibración y frecuencia en el mundo cuántico de la mente, desentrañamos secretos sorprendentes sobre cómo nuestros pensamientos, estados de ánimo y emociones impactan en la realidad. Cada nueva revelación nos acerca un paso más a comprender el tejido mismo del universo y nuestro lugar en él.
Ahora, cuando observamos los pilares de la física cuántica, como Max Planck, Werner Heisenberg y Erwin Schrödinger, podemos apreciar cómo sus ideas y descubrimientos se entrelazan con la exploración de las vibraciones y frecuencias en el ámbito humano. Este viaje de la mente nos lleva a un territorio fascinante donde la física cuántica y la conciencia se cruzan, revelando un universo lleno de posibilidades y conexiones profundas que continúan desafiando nuestra comprensión. Cada día, los avances en esta área nos acercan un poco más a comprender cómo las vibraciones y las frecuencias, tanto en nuestro cerebro como en el mundo que nos rodea, influyen en nuestras vidas y moldean nuestra realidad.
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