El concepto del control, en el contexto de nuestra evolución como seres conscientes, es apasionante y profundo al mismo tiempo. Con cada trayecto recorrido en dirección hacia el aumento de la conciencia de nuestra existencia, también comenzamos a establecer sistemas de orden y de control en nuestro entorno. La conciencia y el orden van de la mano, y cuanto más conscientes nos volvemos, más estructurada se vuelve nuestra sociedad. Cuanto más y más evolucionamos hacia un estado de mayor conciencia, la necesidad de control externo disminuye gradualmente. En este aspecto, podemos imaginar un futuro en el que las personas, debido a su elevada conciencia, sean capaces de autorregularse de manera más efectiva, reduciendo así la necesidad de control gubernamental o social.
Entonces es innegable que la conciencia humana continuará su ascenso. No parece haber un límite definido para la expansión de la conciencia, considerando de dónde partimos hace miles de años. A cada paso que nuestra conciencia da en cuanto a su expansión, también lo hará el orden en nuestras vidas, y la necesidad de un control rígido disminuirá gradualmente. Este proceso, sin embargo, lleva tiempo y esfuerzo. No podemos aventurarnos hacia nuevos horizontes interplanetarios con un nivel de conciencia que todavía está influenciado por las fuerzas primordiales de nuestro lado animal.
Hablemos del fenómeno del control en la sociedad moderna. A menudo se asocia con países como China, donde la vigilancia es omnipresente. Sin embargo, es importante traer a colación, que la expansión de la tecnología de control no es exclusiva de una nación en particular. La tendencia hacia la minimización y hacia la digitalización es global. Vemos cómo edificios físicos, como los municipios, las comisarías de policía, los bancos y muchos otros entes físicos, están siendo reemplazados por soluciones tecnológicas. Esta transformación es impulsada por la necesidad de optimizar recursos y simplificar procesos en este nuevo mundo que se vuelve cada vez más digital independientemente de la economía o del poder que ostente una nación; sabiendo también que ninguna nación es independiente de las demás, y que este último conjunto, tampoco es independiente de entidades superiores a ellas, los cuales existen desde hace siglos. La razón detrás de esta creciente presencia de la tecnología destinada al control se debe, como ya lo expresé, a la tendencia de minimizar todo de manera inversamente proporcional al avance de las actuales y futuras gestas tecnológicas. Cuando nos percatamos que las soluciones tecnológicas de todo calibre se vuelven más digitales y menos físicas, es el justo instante en el que nos sobreviene una arrolladora idea respecto de la gran transformación cismática que está ocurriendo en nuestras estructuras sociales y gubernamentales a la vista.
La transición hacia una sociedad más digitalizada y autónoma es un camino inevitable. La creciente presencia de cámaras de vigilancia en las ciudades, sistemas de control de tráfico y otras tecnologías similares es un ejemplo de cómo la tecnología está asumiendo un papel más activo en la gestión de nuestras vidas cotidianas. Cuanto más avancemos hacia un futuro en donde la inteligencia artificial desempeñará un papel más significativo en la toma de decisiones y la administración de servicios públicos, es fundamental que nos adaptemos y comprendamos los cambios que están ocurriendo a nuestro alrededor.
La justicia, tal como la conocemos hoy en día, podría volverse obsoleta en un futuro en donde la conciencia humana alcance niveles más altos. Cuando los individuos dejen atrás los egos que a menudo son la fuente de conflictos y transgresiones a las normas, la necesidad de control externo disminuirá aún más. Esto no significa que no habrá reglas ni normas, sino que la autodisciplina y el respeto mutuo serán la norma en lugar de la excepción.
En lo que respecta a los medios de comunicación, es de suma importancia que seamos críticos y que no aceptemos la narrativa de manera pasiva y a la primera. Los medios a menudo presentan información de manera selectiva y sesgada, y lo que se muestra públicamente puede no reflejar necesariamente la realidad subyacente. Fomentar la intuición y el escepticismo saludable nos permite descubrir la verdad detrás de las noticias y las historias que nos llegan; seremos capaces de mirar en donde la mayoría solo puede ver.
Y hablando de mirar y de ver (dos conceptos distintos, aunque muchos los usan como sinónimos), en cuanto a la seguridad de los datos biométricos y los hackeos, es esencial comprender que no todo es lo que parece. A menudo, las filtraciones y los ataques cibernéticos están más arraigados en agendas ocultas (lo que no quiere decir que las mismas porten intensiones de dañar a los demás) de lo que se podría pensar a simple "vista de vuelo de pájaro". La información que llega al dominio público está cuidadosamente seleccionada y presentada para servir a ciertos "lineamientos", pero, como dije, esos lineamientos, no se constituirían como agendas destinadas hacia objetivos que no sean el propio progreso humano en su conjunto.
Nos hallamos viviendo en una época de transformaciones sin precedentes, en donde la intersección entre la tecnología y la evolución de nuestra conciencia nos propone cuestiones fundamentales sobre el rumbo de nuestra sociedad. Esta era de digitalización y expansión de la conciencia nos reta a encontrar un delicado equilibrio entre la omnipresencia de la tecnología y la profunda sabiduría humana. Este nuevo paradigma tecnológico nos insta a reflexionar sobre cómo aseguramos que la tecnología siga siendo una herramienta al servicio de la humanidad y no una fuerza que nos subyugue. Con cada vez que la inteligencia artificial y la automatización ganen terreno, se debe visualizar la necesidad de abordar preocupaciones relativas a lo ético y a lo social, como la equidad en el empleo y la preservación de la privacidad. Estos desafíos requieren una minuciosa deliberación y colaboración a nivel global para establecer regulaciones que guíen el uso responsable de la tecnología. Simultáneamente, la expansión de la conciencia humana podría señalar un camino hacia un mundo en donde la autorregulación y la autodisciplina se conviertan en la norma. Cuando más y más personas se vuelvan más conscientes de sus acciones y de su impacto en la sociedad, la necesidad de un control externo podría disminuir gradualmente. Esto no implica la abolición total de las estructuras legales y gubernamentales, pero sí sugiere un cambio hacia una sociedad en donde la responsabilidad personal y el respeto mutuo sean pilares fundamentales. Queda muy en claro entonces, que durante este transitar por los enmarañados procesos de transformación tecnológica y de evolución de la conciencia, estamos navegando en aguas desconocidas, teniendo siempre en mente la clave destinada para no perderse, la cual es, continuar explorando y adaptándonos sobre cada trayecto en el que avanzamos hacia un futuro en donde la tecnología y la conciencia humana se fusionan en un intríngulis constante de posibilidades y de descubrimientos. En este trayecto, es súmamente importante el mantener una mentalidad crítica y colaborativa para aprovechar plenamente el potencial de esta nueva era.
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