El océano del Si-mismo, con sus misteriosas corrientes, se entrelaza con el alma y la psique en una danza sagrada. Es allí donde se presenta la Piedra Bruta, la sustancia primordial de nuestro ser, desafiándonos a desbastarla y hacerla consciente. En ese océano, encontramos rincones oscuros, peligrosos y húmedos, lugares que nos invitan a enfrentar nuestras sombras y miedos más profundos. De hecho, ninguna alma puede ascender a la cima de la conciencia sin antes sumergirse en los abismos internos y asirse del hábito, la vocación y la voluntad para retornar una y otra vez, para emerger y sumergirse, para descender y ascender, como una danza eterna de "Resolver y Coagular" a lo largo de toda una vida.
Es en este proceso alquímico donde radica la clave para transformar el plomo en Oro. Cada inmersión en el abismo interior nos permite subir un escalón en la escalera de la conciencia, más cerca de la Luz que ilumina nuestro ser. Sin embargo, no debemos esperar que este camino sea lineal o predecible; cada descenso y ascenso es único y personal, como los misteriosos movimientos del océano.
Durante las noches oscuras del alma, la Luna arroja su tenue reflejo, revelando sueños y realidades confusas que encierran verdades intuitivas. Es en esas etapas de oscuridad donde la introspección se vuelve más profunda, y nuestros demonios internos se hacen más visibles. Abrazar la existencia de estos abismos y bestias internas es esencial para avanzar en el camino hacia la cima de la conciencia.
Jung, el eminente psicólogo suizo, sostenía que "quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta". En esta mirada interna, en este acto de autoexploración, encontramos la sabiduría ancestral de los Piratas del Caribe, quienes, a pesar de sus luchas y travesías, comprendieron el valor de enfrentar sus miedos y sombras. Siguiendo sus pasos, emprendemos nuestro propio viaje, sumergiéndonos en las profundidades de nuestro ser, para emerger con una comprensión más profunda de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Cada inmersión en el abismo y la exploración de los rincones más oscuros de nuestro ser nos permiten conocer y controlar nuestras sombras, como la tierra removida alrededor de un hoyo. Este control interno y esta aceptación de nuestras facetas más oscuras allanan el camino hacia la cima de la conciencia. Es un proceso que demanda valentía, compromiso y persistencia, pero también nos brinda la oportunidad de transformarnos en seres más plenos y conectados con nuestra esencia más pura. Este viaje hacia la Luz de la Conciencia no tiene fin, pues cada nuevo paso nos acerca un poco más a la cima, a la revelación de nuestra verdadera esencia. A través de este proceso alquímico de descender al abismo y ascender a la cima, nos convertimos en seres más sabios y conscientes de nuestra propia grandeza y potencial.
Para no olvidarnos, entonces, el camino hacia la conciencia es un viaje interior, un viaje hacia lo profundo y lo elevado, en donde los Piratas del Caribe nos guían hacia la comprensión y el despertar. Al aventurarnos en el océano de nuestro ser, enfrentamos nuestros fantasmas internos y nos transformamos en alquimistas de nuestra propia existencia. Cada inmersión en lo desconocido nos enriquece y nos permite navegar con mayor sabiduría en el vasto océano de la vida. Así, con paso firme y corazón abierto, continuamos el eterno viaje hacia el conocimiento de nosotros mismos y hacia la Luz que guía nuestro camino.
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