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23/07/2023

Creencias extremas y la trampa de la externalización del Yo: impacto en la humanidad y los caminos a seguir.


En el insondable microcosmos de la mente humana, encontramos profundas expresiones de creencias arraigadas en la psique, algunas de las cuales pueden llevar a extremos perturbadores y dañinos. Un claro ejemplo es el caso de la persona que, en nombre de Dios, independientemente de la religión, cometió un acto atroz. Aunque dejamos de lado las patologías mentales, es esencial analizar cómo las creencias extremas, fomentadas por diversas religiones basadas en Revelaciones Divinas, pueden afectar el desarrollo evolutivo y el progreso de la humanidad.

El término "Imitatio Christi", popularizado por el eminente psicólogo Carl Gustav Jung, representa una poderosa influencia en aquellos que internalizan ciegamente una divinidad externa. Jung sugiere que el ser humano tiende a proyectar figuras arquetípicas en el mundo externo y, en el contexto religioso, esto puede manifestarse como una identificación excesiva con una divinidad o figura espiritual. La persona en cuestión, al imitar a Dios y depositar toda su personalidad sobre esta imagen externa, cayó en el abismo de la externalización del Yo, negándose la oportunidad de individuar y fortalecer su propio ser.

Históricamente, este tipo de exoterismo ha sido un gran error en muchas religiones. Desde la antigüedad, las sociedades han sido moldeadas por mitos, rituales y dogmas transmitidos a través de generaciones. En el ámbito religioso, la creencia en una divinidad con mandatos divinos puede tener consecuencias profundas. Por ejemplo, el concepto de "yihad" en el Islam, que se interpreta como un esfuerzo por hacer la voluntad de Alá, ha llevado a interpretaciones extremas que justifican actos violentos en nombre de la fe. Similarmente, en otras religiones como en el Catolicismo, la obediencia inquebrantable a líderes religiosos o dogmas puede llevar a comportamientos peligrosos.

El psicoanalista Sigmund Freud también abordó el tema de la religión y la psicología. Para él, la religión era una forma de consuelo y una ilusión creada por el ser humano para lidiar con sus temores y angustias existenciales. Aunque Freud enfatizó el carácter ilusorio de la religión, su análisis destaca cómo las creencias profundamente arraigadas pueden ser vehículos para la expresión de deseos y necesidades psicológicas no satisfechas. Es fundamental comprender cómo estas creencias arraigadas pueden tener un impacto significativo en el futuro de la humanidad. La sociedad enfrenta dos opciones claras: el progreso o la extinción. En un mundo cada vez más interconectado, la diversidad de creencias y religiones es una realidad que debe ser respetada. Sin embargo, el fomento de creencias extremas que desembocan en la externalización del Yo y la ciega obediencia a supuestas Revelaciones Divinas, puede conducir a tragedias como la del caso de la persona mencionada al comienzo.

La externalización del Yo hacia entidades divinas puede generar una desconexión entre el individuo y su propio poder de discernimiento. En lugar de tomar decisiones basadas en la propia conciencia y razonamiento, las personas dogmatizadas pueden delegar todas las decisiones importantes a una supuesta divinidad externa. El filósofo Jean-Jacques Rousseau, en su obra "El Contrato Social", ya advertía sobre los peligros de renunciar a la libertad individual en favor de un poder externo, ya sea un gobernante o una entidad divina.

El filósofo existencialista Jean-Paul Sartre, por otro lado, enfatizaba la importancia de la responsabilidad individual y la libertad de elección. Para él, el ser humano está condenado a ser libre y debe asumir la responsabilidad de sus acciones sin refugiarse en excusas externas, como la voluntad divina. Sartre sostenía que la existencia precede a la esencia, lo que significa que el individuo se construye a sí mismo a través de sus elecciones y acciones.

El escritor y filósofo británico Alain de Botton ha abogado por una reinterpretación más secular y humanista de las enseñanzas religiosas. Argumenta que, aunque muchas religiones están basadas en mitos y creencias sobrenaturales, también contienen sabiduría moral y ética que puede ser valiosa para la vida humana. Al reconectar la ética con el pensamiento secular y razonado, podemos evitar caer en la trampa de creencias extremas que desdibujan los principios fundamentales de la humanidad.

En definitiva, el poder de la creencia puede impulsar la evolución de la sociedad hacia un futuro próspero y pacífico, o puede llevarnos al abismo de la extinción si no aprendemos a discernir entre una fe saludable y la peligrosa externalización del Yo. El respeto a la diversidad de pensamiento y la promoción de una mentalidad crítica son claves para garantizar un mundo en el que cada individuo pueda desarrollarse plenamente, sin caer en la trampa de creencias extremas que oscurecen la esencia misma de la humanidad. La elección es nuestra: el progreso o la extinción.

Lic. Nelson J. Ressio.


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