En lo personal, en cuanto a lo que me ha aprobado mi intuición, puedo afirmar que el estudio adquiere una dimensión completamente distinta cuando nos sumergimos en la práctica activa. No existe otra vía para comprender verdaderamente algo, si no nos involucramos de manera tangible en su dominio. La palabra "práctica" deriva de "praxis" y, a su vez, de "pragmático", que significa llevar a cabo y ejecutar un determinado "algo" hasta su conclusión. De este modo, el pragmatismo se revela como un factor de inmenso valor en todos los aspectos de nuestra vida. Al decidir adentrarnos en el estudio de un objeto o sujeto de conocimiento específico, debemos aplicar la "praxis", ya que sin ella, la formación de la "teoría" resulta incompleta. La teoría, entendida como una especulación o meditación interna que nace en nuestro ser, se convierte en la piedra angular para la comprensión de dicho objeto o sujeto de conocimiento en el presente. En consecuencia, sin la práctica, la teoría no se gesta ni se consolida en nuestra mente, ya que el proceso es inverso a lo que comúnmente se piensa: primero debemos actuar, comprender y luego explicar. Un ejemplo sencillo es el niño que aprende a caminar. Antes de dar sus primeros pasos, se arrastra, gatea y se aferra a cualquier soporte con la ayuda de sus seres queridos. Este proceso de práctica en el intento y logro de caminar, su primera experiencia, genera en él un saber intrínseco que más adelante, cuando aprenda a hablar, le permitirá explicar su propio proceso de aprendizaje (teoría o especulación). Del mismo modo, cuando intentamos comprender un objeto o sujeto de conocimiento específico, nos encontramos con una dinámica similar. Como bien dijo Antonio Machado, 'caminante, no hay camino, se hace camino al andar'; en nuestro caso, como estudiantes en busca de sabiduría, no existe un camino preestablecido hacia el conocimiento, sino que nosotros mismos lo construimos a través de la práctica. Es mediante la práctica que generamos una teoría interna, y esta comprensión intrínseca se convierte en el verdadero conocimiento de lo que hemos practicado, ya sea un objeto o sujeto de conocimiento en particular. Por supuesto, debemos complementar nuestra práctica con la lectura y el entendimiento de la teoría externa, proveniente de diversas fuentes que tenemos a nuestro alcance. Sin embargo, sin la práctica, no creamos la teoría principal que surge desde nuestro interior, la cual nos permite ser los artífices de un conocimiento innovador y genuino. Desde mi perspectiva, mi enfoque se basa en la práctica para generar teoría interna. Es cierto que muchas personas se apresuran en adquirir conocimientos y alcanzar un cierto nivel de sabiduría, y es posible que algunos lo logren sin una práctica rigurosa. Sin embargo, cuando llega el momento de aplicar esos conocimientos en situaciones reales, estos individuos a menudo se enfrentan a dificultades, ya que no han establecido nuevas conexiones neuronales mediante la práctica, la cual es fundamental para consolidar la teoría. Estudiar únicamente la teoría sin practicar implica un proceso de aprendizaje superficial. Por otro lado, estudiar mientras practicamos nos permite captar y asimilar de manera más profunda los conocimientos. Por lo tanto, debemos centrarnos en aquello que podemos controlar, dejar a un lado la prisa y enfocarnos en los objetos o sujetos de conocimiento que tenemos frente a nosotros. Practicar una y otra vez es la clave para una verdadera comprensión y asimilación de dicho objeto o sujeto de estudio. Al hacerlo, creamos nuestra propia teoría interna, la cual se arraiga en nuestro ser y se convierte en conocimiento genuino, aunque este proceso pueda llevar un poco más de tiempo. Podríamos compararlo con el ejemplo del niño antes mencionado: al practicar incansablemente, podremos explicar de manera detallada y contextualizada nuestra travesía dentro del objeto o sujeto de conocimiento en cuestión, una vez hayamos avanzado lo suficiente en dicho estudio. Es natural tener miedo, especialmente al cometer errores, pero en realidad, el miedo a equivocarnos es nuestro mejor aliado. Es preferible equivocarnos una y otra vez en el estudio de un objeto o sujeto de conocimiento que enfrentarnos a la incapacidad de aplicar la teoría que hemos aprendido cuando llega el momento de ponerla en práctica en el mundo real. Debemos continuar estudiando a lo largo de toda nuestra vida, pero debemos hacerlo a través de la práctica, poniendo en acción nuestros conocimientos y, posteriormente, complementándolos con más teoría. La teoría que hemos generado internamente mediante la práctica se combinará con la teoría externa que nos proporciona el objeto o sujeto de conocimiento en sí. Ambas teorías se fusionarán para crear una base sólida de sabiduría, aplicable a cualquier objeto o sujeto de estudio que nuestra mente sea capaz de penetrar. Además, debemos recordar la importancia de la paciencia, incluso cuando nos urge salir de una situación adversa, como la falta de empleo o de recursos económicos. La paciencia es una virtud que debemos cultivar y practicar, enfocándonos en aquello que podemos controlar, como se ha mencionado anteriormente. Si bien no podemos controlar que nos ofrezcan un empleo más allá de enviar un currículum, sí podemos controlar nuestra dedicación y práctica en el estudio de un objeto o sujeto de conocimiento. En resumen, el enfoque que hemos adoptado nos ha llevado a comprender que el conocimiento verdadero se adquiere a través de la práctica constante y del aprendizaje autónomo. Nuestro compromiso con el conocimiento no tiene fin, pero ahora lo enfrentamos desde una perspectiva renovada: la práctica como guía, la paciencia como compañera y la certeza de que somos los creadores de nuestro propio camino hacia la sabiduría. Avancemos con determinación hacia el horizonte del entendimiento, sabiendo que, a través de la práctica, forjaremos nuestro propio sendero hacia la verdadera sapiencia
Al llegar al final de nuestro recorrido, hemos descubierto la esencia misma del aprendizaje significativo: la práctica como catalizador del verdadero conocimiento. A través de la práctica constante y dedicada, hemos comprendido que no existe un atajo hacia la sabiduría. Mientras otros se apresuran por obtener conocimientos sin sumergirse en la acción, hemos aprendido que el verdadero crecimiento intelectual radica en la integración de la teoría y la práctica.
Mi enfoque ha sido construir una base sólida de comprensión a través de la práctica incansable, generando teorías desde nuestro propio ser. Hemos entendido entonces, que la lectura y la asimilación pasiva de información no son suficientes para aprehender un objeto o sujeto de estudio en toda su complejidad. Es necesario involucrarse activamente, experimentar, cometer errores y aprender de ellos.
En este viaje, hemos abrazado la paciencia como virtud y nos hemos concentrado en lo que podemos controlar: nuestra dedicación y esfuerzo en la práctica. Aunque puede llevar más tiempo, los frutos de nuestro arduo trabajo se manifiestan en una comprensión profunda y una sabiduría duradera. Hemos comprendido que el miedo a equivocarnos es en realidad una bendición, ya que cada error nos brinda la oportunidad de aprender, crecer y mejorar.
De esta manera, los dejo con la certeza de que el camino del conocimiento se forja a través de la práctica constante y el aprendizaje autónomo. Nuestro compromiso con la adquisición de conocimientos no tiene fin, pero sabemos que es a través de la práctica que creamos una base sólida de sabiduría interna, que se complementa con la teoría externa proveniente de fuentes diversas. Recordemos siempre que la práctica nos capacita para comprender y aplicar nuestros conocimientos en el mundo real. Sigamos explorando, experimentando y creando nuevas conexiones neuronales que fortalezcan nuestra comprensión. En cada paso que damos, en cada nuevo objeto o sujeto de conocimiento que abordamos, recordemos que la práctica y la teoría se fusionan para convertirnos en verdaderos creadores de conocimiento.
El viaje hacia el saber continuará a lo largo de nuestras vidas, pero ahora lo afrontaremos con una perspectiva renovada: la práctica como guía, la paciencia como compañera y la certeza de que el verdadero conocimiento nace de la unión entre la acción y la reflexión. ¡Avancemos con determinación hacia el horizonte del entendimiento, sabiendo que, a través de la práctica, construiremos nuestro propio camino hacia la sapiencia!
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