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26/10/2020


El individuo nace de su antigua persona al haber elevado su conciencia; mientras que la persona que se mantiene en un estado de estasis respecto de lo mismo, sin poder individuar, no logra actuar sobre sus egos. 

El individuo es Terrenal y Universal; mientras que la persona es únicamente Terrenal. 

El individuo ve la utilidad del vacío existente dentro de una jarra; mientras que la persona solo ve a la propia jarra y no concibe las propiedades de su vacío. 

El individuo es Uno con la Naturaleza y con los demás seres humanos; mientras que la persona es uno con su individualismo. 

El individuo entiende a la pobreza de espíritu como una consecuencia de la riqueza de desvalores; mientras que la persona no entiende ni transforma sus propios desvalores por no comprender su pobreza de espíritu. 

El individuo entiende su lugar en el colectivo humano y natural; mientras que la persona no llega a construir su fundamental sentido de interrelación con el entorno. 

El individuo permanece en el centro y a la vez es dueño de sondear los extremos pero jamás deja de retornar hacia el centro; mientras que la persona es eminentemente extrema y descentralizada de la esencia que nos ha impreso la naturaleza desde tiempos inmemoriales. 

El individuo, aunque virtuoso en muchos aspectos, es humilde; mientras que la persona, solo se desvalora con cada uno de sus pasos, y además, no conoce la humildad. 

El individuo vive del silencio escuchándolo todo; mientras que la persona habla de todo sin llegar a vivir para escuchar nada. 

El individuo contempla la Luz desde su humana oscuridad; mientras que la persona surca por su propia oscuridad destemplando a toda Luz que esté a su alcance. 

El individuo es consciente de que el contenido es más importante que el contenedor; mientras que la persona, instintivamente, exalta el contenedor por sobre su contenido. 

El individuo ve a los ricos y a los pobres como iguales; mientras que la persona no se percata de los pobres a la par que mantiene su atención egóica sobre una constante comparación con los ricos. 

El individuo mira; mientras que la persona, ve. 

El individuo escucha, mientras que la persona oye. 

El individuo es silencioso porque ha desarrollado una constante charla hacia su interior; mientras que la persona es imparablemente ruidosa porque no le es posible entablar una mínima relación de dominio conversacional respecto de sus egos. 

El individuo logra pasar desapercibido; mientras que la persona ostenta sus trofeos sobre su efímero podio de indiferencias. 

El individuo debe desaparecer para poder llegar a ser; mientras que la persona, por medio de sus máscaras inconscientes, infructuosamente intenta ser como respuesta a sus ansias de nunca desaparecer. 

El individuo tiene porque carece; mientras que la persona carece porque tiene. El individuo no desea nada, y por ello tiene todo; mientras que la persona desea todo, y por ello no tiene nada. 

El individuo es un pensador basado en el constante análisis de su "Si Mismo" como punto de partida para construir su sabiduría; mientras que la persona es un conocedor enmarcado en el incesante escrutinio de los "si Mismos" de terceros. 

El individuo es introyectivo; mientras que la persona es disruptiva. 

El individuo ni alaba y ni concibe ser alabado; mientras que la persona vive para obtener sus cuotas periódicas de alabanzas y de ese modo poder continuar con su acostumbrada dosis diaria de muerte. 

El individuo entiende la escases y el sufrimiento como el principio de la abundancia y la felicidad siendo consciente de que todo es cíclico; mientras que la persona busca con arduo empeño a la abundancia y a la felicidad y huye de la escases y del sufrimiento porque no entiende de que todo es cíclico, aunque ese ciclo dure varias vidas y varias muertes. 

El individuo no fuerza ninguno de los hechos de posible suceder para que las cosas ocurran tal y como él no lo ha pensado, siendo dichos hechos, sus esperados acordes; mientras que la persona existe en el vano esfuerzo diario de que los hechos aún no ocurrentes se le manifiesten de una u otra forma inimaginable tal y como él lo ha pensado siendo dichos hechos, sus inesperados discordantes. 

El individuo, sin estar presente, es parte de todo y de todos; mientras que la persona que intenta estar presente en todo no logra ser parte de nada ni de nadie. 

El individuo piensa en no acaparar nada, y por eso puede obtener todo; mientras que la persona acapara todo lo que esté a su intelectual alcance, y por eso no tiene nada. 

El individuo hace de su existencia una religión, en donde su único Dios se constituye como el "politeísmo" de su "Si Mismo"; mientras que la persona hace de su religión una gran parte de su anhelada y múltiple existencia en donde su único Dios es el que proviene desde un lugar muy externo a su incomprendido "Si Mismo". 

El individuo piensa que sabe lo que siempre piensa; mientras que la persona cree que sabe lo que del exterior le ha provenido. 

El individuo muere una y mil veces para llegar a ser; mientras que la persona necesita tener para no morir una y mil veces. 

El individuo conlleva la sabiduría de la Nada gracias a sus constantes pensamientos sobre el Todo; mientras que la persona arremete con la intelectualización del Todo aunque no logre obtener la sabiduría de la Nada. 

El individuo comprende y aprehende el vacío de la Nada y por ello se siente constantemente satisfecho; mientras que la persona en todo momento se halla en un estado de insatisfacción por el hecho de no hallarle lógica alguna al vacío. 

El individuo sabe que el vacío existe porque algo lo contiene y por ello se centra en la impermanencia del contenedor para seguir conociendo todos los vacíos posibles; mientras que la persona no entiende la importancia del vacío porque ronda los extremos de la necesidad de la permanencia del contenedor, tal como si una copa fuese más importante que el vino en su interior o que el cuerpo humano fuese más importante que los actos altruistas derivados de él. 

El individuo entiende a la vida eterna a través de sus actos y ejemplos, por el hecho de ser; mientras que la persona busca el tener como para instaurar una falsedad inconsciente respecto de lo que considera inaceptable, es decir, su propia e inevitable muerte. 

El individuo sabe que la muerte es un tránsito hacia un nuevo individuo debido a que el vacío debe ser comprendido desde la vida siendo un nuevo cuerpo, su nuevo contenedor; mientras que la persona conoce o cree que la muerte es el final, y que después de ella no hay nada más que oscuridad, por el hecho de que no ha logrado comprender la importancia del vacío y su necesidad de un contenedor recurrente. 

El individuo sabe que ignora, y por intermedio de ello no ignora lo que sabe y por lo tanto sabe lo que debe saber a cada momento; mientras que la persona cree que sabe o cree que no ignora y por ello no sabe lo que sabe y no sabe lo que ignora y como consecuencia no logra llegar al saber, sino que mas bien, al creer que cree, y al creer que conoce, y por lo tanto sus momentos están repletos de creencias y no de sapiencias. 

El individuo trasciende los límites de su Si Mismo sin siquiera intentar trascenderlos; mientras que la persona, al imponerse límites, nunca conocerá su posibilidad de trascendencia y nunca logrará mirar y actuar más allá de aquellos.

Este Nuevo Mundo, que comienza el 1º de enero de 2021, no necesita personas... necesita más individuos.

Nelson J. Ressio.

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07/10/2020


Hace mucho tiempo, quizás desde el comienzo de la Pandemia, se ha venido hablando de la necesidad de vacunar a toda la humanidad, contra una amenaza, que, a mi juicio, y desde el comienzo, todos sus indicadores en todo el mundo, me mostraban a esta Pandemia, como una gran puesta en escena, y que, al mismo tiempo, el virus, como tal, no existía; y, por supuesto, sigo pensando de la manera anteriormente expresada, pero, más allá de que mi escepticismo y mi lógica me decían lo siguiente: "Salva a la humanidad de este supuesto ataque injustificado, usando los medios pacíficos y legales a tu alcance"; mi confianza que aún mantengo en la humanidad, (más que nada, en una parte de aquella, y que son los círculos de poder y de toma de decisiones, en lo que respecta al futuro mismo de nuestra especie), sumada a mi otra lógica, la que iba naciendo de a poco y a la par de la primera junto con el correr de este Estado de Excepción Global denominado Pandemia, comenzaba a decirme otras cosas. Dos lógicas en mis pensamientos, totalmente antagónicas, comenzaban a "pelear" -lógicamente- por el predominio, justamente, de la "lógica con más lógica", valga las redundancias. Y en cuanto a la calidad de la lógica que habita y trabaja en mi mente, es el producto de mi experiencia en el desarrollo de software, lógica, estadísticas, probabilidades, y matemáticas, y por lo tanto, mi cerebro, en todo momento, se predispone, de un modo eficiente (y no niego que a veces, eficaz, con obvias imperfecciones), a entender ciertas lógicas y a discernir cual de entre el conjunto de ellas que rondan mi mente, es la más... lógica.

Pues, luego de un paciente y extenso proceso de observación de todos los sucesos que han acontecido hasta ahora, en todos los aspectos globales imaginables, a los que he podido tener frente a mis percepciones como para echar a andar un fuerte proceso de intuición, ha surgido una lógica por entre las demás, la que, hasta el momento, no solamente comenzó a emerger y a fortalecer sus premisas y conclusiones, sino que a prevalecer en relación a las demás lógicas dentro de mi mente.

Pero, antes de exponer la lógica que ha ganado la batalla, entre todas las lógicas que pululan en mi psique, debo poner en consideración ciertos acontecimientos que serán inevitables en un futuro muy cercano, casi, diría yo, que nos encontramos en la antesala de dicho futuro. Y los mencionados aconteceres que se vislumbran en un muy próximo y Nuevo Amanecer de la Humanidad, y además de que seremos una esencial parte perteneciente a un Todo de grandes avances en lo que se relaciona con lo que el Ser Humano sabe hacer, y que es la Creatividad en todos los ámbitos imaginables; seremos parte de algo que va más allá de la imaginación común, no porque yo tenga más imaginación que otras personas, -ya que para mí, es inaceptable la idea de ser más, o de ser menos, que otros-, sino que, quizás, por el hecho de que me he ocupado en pensar y en ser más, en lugar de embarcarme en el oscuro acto de delegar y de creer más (dupla esta última, que en lo absoluto he practicado jamás, ya que, no me es lógico delegar algo, a alguien o a algo, y que algunos suponen que -"además de ser de otra especie distinta a la nuestra"- es superior a todos los de la nuestra; y por lo tanto, en el cual no me es lógico delegarle nada respecto de mi vida y de mis creaciones; Cuando pienso, soy, y cuando soy, existo, y cuando existo, la creatividad se materializa ante mi; más no así, esa tan absurda y facilista credibilidad en algo al que algunos todavía delegan sus vidas enteras, sin siquiera utilizar de manera óptima, lo más Supremo que posee el Ser Humano: el Uso de la Razón); y como decía antes, seremos partícipes de algo venidero, y que, por ahora, es impensable para la mayoría de nosotros, los mortales, debido a lo expresado precedentemente, pero que es tan maravilloso, que dejará perplejos a varios lectores, debido a que se relaciona directamente con la supervivencia de la especie humana; pero no jugando a ser dioses, sino que, siendo nosotros mismos, los propios "dioses" o rectores de nuestro propio destino, de nuestro futuro.

Pues, a lo que me he referido en el artículo precedente, es a nuestra posibilidad e imperiosa necesidad, como especie, de convertirnos en seres humanos multiplanetarios, es decir, de que podamos arribar a otros planetas, similares al nuestro, y como una misión ineludible, el extender la vida humana, por todo el Cosmos. Pero, muchos se preguntarán, ¿qué tiene que ver el que nuestra especie se convierta en una especie galáctica, con el tema de las vacunas y con la actual Pandemia? Pues mucho, queridos lectores. Verán, todos los organismos externos al ser humano, ya sean, bacterias, virus hongos, y otras especies microscópicas (y que algunas de las precedentes, son solo trozos de ADN y ARN, más no así, vida compleja) que han existido desde que se ha formado este planeta (e incluidas las demás especies macroscópicas, como nuestro ancestro, el simio Rhesus), todas han evolucionado en conjunto con nuestra especie, es decir, con el Homo Sapiens Sapiens; y por lo tanto, más que estas últimas, aquellas primeras especies nombradas, las microscópicas y con grandes potencialidades para invadir y para modificar nuestra salud corporal, como por ejemplo, como para generarnos un Resfrío, una Gripe, una Neumonía, u otras patologías que no se relacionen con el Sistema Respiratorio y que su complejidad pueda llegar a ser mucho mayor en comparación con las precedentes patologías respiratorias nombradas; y todos estos organismos patogénicos, no solamente han evolucionado y han actuado a la par del ser humano, sino que, en pocas palabras, han sido, y todavía lo son, partes esenciales para nuestra evolución y para el fortalecimiento de nuestro sistema inmunológico, porque al enfermarnos, en esencia, y a posteriori, nos fortalecemos como especie; pero, evidentemente, siempre dentro de nuestro planeta Tierra.

Ahora bien; pensemos un momento en la siguiente situación; ¿qué sucedería si, en nuestra actual condición evolutiva, -basados en lo descrito anteriormente-, nuestra especie se embarcara en la exploración espacial profunda, y en esa empresa llegásemos a tener la oportunidad de vivir en otros planetas aptos para la vida, y con concentraciones atmosféricas similares a las nuestras, pero que, de seguro, aquellos organismos microscópicos con la capacidad de enfermar al cuerpo humano, -y que en el planeta Tierra son partes esenciales para nuestra evolución y para el fortalecimiento de nuestro Sistema Inmunológico-, en los nuevos planetas en los que coloquemos nuestros pies, sus propios organismos microscópicos (hongos, virus, bacterias, etcétera), autóctonos de ese nuevo planeta y que no evolucionaron con el ser humano, al invadir nuestro organismo, por las vías que sean, nos adaptaríamos o nos matarían en un abrir y cerrar de ojos? Bueno, pienso que la anterior, ha sido la pregunta más extensa que he escrito jamás; aunque, pienso también, que ha valido la pena. Imagínense en esta situación, como especie: la de yéndonos ahora mismo hacia otros planetas, con una farmacia entera, dentro de nuestras naves, de antibióticos terrestres, los que están adaptados para contener y para anular la acción dañina sobre nuestro cuerpo, de parte de los microorganismos infecciosos de nuestro planeta, pero no así, para los organismos de otros planetas, los que, de seguro, serán organismos extra-terrestres muy diferentes y por lo tanto, nuestra protección natural (Sistema Inmunológico basado en Inmunidad de Manada) sumada a nuestra protección artificial (antibióticos, vacunas, etcétera) no podrá contener a estos últimos, y con cada ves que pisemos un nuevo planeta, allí mismo moriremos en poco tiempo. Entonces, creo que, a estas alturas de este artículo, muchos ya irán entendiendo la idea general de esta nueva lógica que ha ganado terreno en mi mente, por entre las demás lógicas.

Para que el ser humano no desaparezca (recuerden a los Dinosaurios), mínimamente, debe tener un "backup" en otro lugar; como mínimo, en la Luna y Marte, y como máximo, en todos los planetas y lunas en los que podamos colocar nuestros pies, y nuestras nuevas vidas. Pero, en estos nuevos planetas y/o lunas, incluso en Marte, es menester tener en cuenta de que allí existirán microorganismos que no habrán evolucionado con nuestros cuerpos, y por lo tanto, los medicamentos creados para protegernos en la Tierra, no servirán de mucho en Marte, y cuanto más nos alejemos de nuestro Sistema Solar, no servirán de nada en otros planetas, por lo que nuestro Sistema Inmunológico sucumbirá bajo la ineficiencia de las barreras naturales y artificiales que nos deberían proteger, ya que, ni nosotros, ni los fármacos creados en la Tierra, estarán preparados para eliminar los trozos de ADN y de ARN (ambos, extra-terrestres) no reconocidos por los anteriores sistemas de protección natural y artificial de la Tierra. Entonces, ¿qué debemos hacer al respecto? Pues, a mi juicio, y a estas alturas del artículo, muchos se habrán dado cuenta de que la inmunidad de manada y la inmunidad por la acción de los fármacos que todos conocemos, si bien en la Tierra son eficientes, pues contrariamente al habitar en otros mundos, -los que serán diferentes a la Tierra en muchos aspectos, aunque aptos para nuestra vida-, aquellas protecciones naturales y artificiales, creadas en y para la vida en la Tierra, serán ineficientes, o bien, no responderán en favor de nuestra protección, y pereceremos en cada momento en el que intentemos "Colonizar" otro nuevo planeta.

Por lo tanto, cabe la pregunta, ¿cómo harán las farmacéuticas para analizar cada uno de los microorganismos infecciosos de cada planeta al que debamos ir, para luego desarrollar fármacos que nos protejan contra aquellos, sabiendo que nuestro Sistema Inmunológico natural es eminentemente terrestre, y por lo tanto, no nos protegerá en lo absoluto? Pues sería una empresa imposible, y nos retrasaría en realizar aquel "Backup" del que les mencioné anteriormente. Por lo tanto, ¿qué nos queda por hacer, si a las farmacéuticas les será imposible hacer su trabajo en cada planeta en los que debamos asentarnos, pero, siendo conscientes de que, antes de que lo anterior suceda, el proceso de análisis de las especies infecciosas de los nuevos mundos y de la creación de las variadas protecciones farmacológicas, conllevarían años en cumplirse? ¿Cuál sería entonces, la solución más viable a lo anterior? Pues, la solución a tan imposible misión de analizar cada planeta, para realizar una inmunidad a cada organismo infeccioso en él, a mi juicio, es la de inmunizarnos a todos, por medio de la modificación de nuestro genoma, transmisible a las nuevas generaciones, por medio de fármacos terrestres, y que transformen nuestros cuerpos, en macro-organismos que no enfermarán ante nada, incluso, ante ninguna interacción de microorganismos no terrestres; es más, con esta modificación genómica, se estaría transformando al ser humano, en una especie que nunca enfermaría de ninguna patología, y que, esto último es muy lógico, debido a que, como lo he expresado antes, no nos debemos dar el lujo, como especie, de enfermarnos justo en el momento de establecernos en otros mundos, y por lo tanto, deberemos convertirnos, artificialmente primero, en una especie que jamás enfermará. Y ahora si, cuando esto suceda, el destino de nuestra maravillosa especie, será Iluminado e ilimitado, y podremos conquistar el cosmos con el paso de los milenios sin que ningún microorganismo infeccioso, de ningún mundo en el que nos establezcamos, nos mate en un abrir y cerrar de ojos.

Esta es la lógica que prevaleció entre las demás, y en la que he venido pensando desde que este Estado de Excepción, denominado: Pandemia, ha comenzado. Es que, imagínense que lo anterior, la Pandemia, no haya sucedido nunca, y que alguien, de la nada, nos anunciase que nos deberemos tomar un determinado fármaco, o nos deberemos colocar una determinada vacuna, para que lo anterior nos modifique nuestro ADN, con el objetivo de inmunizarnos para siempre, con el objetivo de que nuestros cuerpos puedan exterminar cualquier patógeno conocido y por conocer, sea aquel, terrestre o extra-terrestre, para cuando llegue el momento de asentarnos en otros mundos (imaginen la reacción de las religiones y la de sus fieles en este segundo escenario extra-terrestre, ya que, esto último, negará de cuajo a sus dioses respectivos, y por lo tanto, a sus respectivas Fes).

En conclusión, la Pandemia, el COVID, y la necesidad de fármacos orales, o bien de fármacos por vacunación, -y según mi nueva lógica, la que ha prevalecido por entre las demás que pululan en mi mente, y pensándola desde hace tiempo-, tiene un objetivo a largo plazo, y que es el de inmunizar a la especie humana en su conjunto, y con un efecto genético, el que trascenderá generación tras generación, y que protegerá a la especie humana, ante todo lo que nos exterminaría de un día para el otro en cada nuevo mundos por descubrir y habitar, en nuestra innata necesidad y obligación de explorar nuevos Horizontes.

Recordemos que un Rojizo Atardecer, es el preámbulo para la oscura y peligrosa Noche; pero la Noche, la oscuridad, el peligro, es lo que engendra un Nuevo Amanecer. Hoy, estamos en el final del Atardecer. La Noche vendrá muy pronto. Pero el Amanecer será uno de los más Brillantes de la historia de la humanidad.

Y la ciencia, será la única religión que guiará nuestras vidas futuras, porque no podemos darnos el lujo de ir de un planeta al otro, a través de la inmensidad del espacio, llevando Revelaciones Divinas (como ha sucedido en las épocas de oscurantismo, y sus resabios actuales), en lugar de llevar, a dichos nuevos mundos, la Supremacía de la Razón... lo único Divino que posee el ser humano.

Nelson J. Ressio.

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