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29/09/2020

La Rosa de 5 pétalos, Jeshua y su Evangelio de nombre "Q". La Era de Acuario, en la que estamos, y por los próximos 2000 años, destruirá a la actual iglesia, y se la devolverá a su verdadero dueño (o más bien, Dueña).


La Rosa de 5 pétalos, Jeshua y su Evangelio de nombre "Q". La Era de Acuario, en la que estamos, y por los próximos 2000 años, destruirá a la actual iglesia, y se la devolverá a su verdadero dueño (o más bien, Dueña).

La Iglesia Católica ha intentado, por todos los medios, el destruir lo que, por derecho Generacional, le pertenece a una sola mujer: a "la Rosa de 5 pétalos". Jeshua Ben Pandira (Yeshúa, el Hijo de la Pantera) le encargó a "la Rosa de 5 pétalos", que edificara una iglesia (más no se lo pidió a Pedro, como mintió el Catolicismo).

El símbolo más bello de la femineidad, "la Rosa de 5 pétalos", ha sido relegada a una sola palabra despectiva; y que, viniendo del Vaticano, es comprensible que intentase ofuscar a todo y a todos los que atentasen contra su dogma arcaico y carcelario; y esa palabra despectiva que el Vaticano le ha dedicado a "la Rosa de 5 pétalos", fue: "Ramera", con el objetivo de que la iglesia se constituyese como un poder político masculino y misógino por excelencia, relegando a la mujer a la vil categoría de considerarla como "un ser del demonio" (obviando el maravilloso Principio de la Femineidad, algo que, dicho sea de paso, todos los fieles pueden mirar, al entrar a una iglesia del estilo Gótico -las de la Rosa -, ya que, al Penetrar por entre sus puertas, los fieles están ingresando a un lugar "Vterino" de la "Madre de la Iglesia", a través de una gran Vulva, y con el Botón de la Rosa o Clítoris, en la parte más alta de las Arquivoltas, que simbolizan los Labios o Pétalos, concéntricos a cada una de las puertas virginales), poder aquel, masculino y misógino del actual Catolicismo, el que perdura hasta estos días, llegando al extremo de que la perversión sea una parte estructural, dentro de los propios muros del Vaticano y de sus innumerables Iglesias alrededor del planeta, y desde hace siglos.

Jeshua, el hijo de la Pantera, tal como lo hicieron muchos otros de sus contemporáneos, escribió su propio Evangelio, y el nombre que le colocó a dicho Libro, el que fue escrito de su propio puño y letra, es: "Q". Y me pregunto, ¿porqué Jeshua, le habrá colocado el nombre "Q", a su propio registro de sus enseñanzas? Quizás porque la letra "Q" simboliza el Ouroboros, esa serpiente que se come su propia cola (la cual demuestra una forma de anillo o de una letra Q), expresando que todas nuestras acciones -positivas o negativas- retornarán al lugar desde donde partieron, hacia nosotros mismos, una y otra vez, y de manera eterna; o quizás, Jeshua le colocó el nombre "Q" a su libro, en relación con la palabra Querubín, por ser un ángel que está sentado a la derecha del Trono de Dios (la parte Diestra, -o Querubín-, de la Mente, -o Dios-); o también, la letra "Q", para Jeshua, simbolizaba la letra Hebrea "Qof" la cual significa "Pez" y que es a su vez, el símbolo de "Piscis" (signo de la anterior Era en la que estamos), cuyo elemento, como es bien sabido, es el Agua (Era de Acuario, y que es la Era en la que nos encontramos comenzando en estos momentos); y quizás, aquella letra "Q", la que Jeshua ha colocado como nombre de sus enseñanzas (no aceptadas por el Vaticano), pueda esconder algún otro significado, tal como "Quintaescencia", una palabra que comienza con la letra "Q" y que significa algo que está depurado, Sin Mácula, rozando con la Perfección, esa perfección que otorga el Quinto Pétalo Superior de la Femineidad simbolizada por la Rosa ; y también puede ser que Jesús haya nombrado a su escrito con la letra "Q" por el hecho de que dicha letra que lo representa, está "antes" que la letra "R" y ésta dualidad "QR" es la Clave; en cualquiera de los casos, creo que, los diferentes significados que Jesús le haya dado a la letra "Q", tienen su razón de ser como un conjunto, o bien separadamente; pese a lo anterior, todo es posible.

Un ejemplo de este cambio, es el renovado techo de la Catedral de Notre Dame, en París; justo en frente de donde la Iglesia Católica de aquellos tiempos, quemara vivo, al último Gran Maestre -visible- de la Orden del Temple, Jacques de Molay;  techo que se incendiara hace un tiempo, y que ante la mirada atónita de millones, colapsara su estructura fálica, y penetrara a la Madre Iglesia, he inseminara, simbólicamente hablando, el nacimiento de una nueva Iglesia, y por ende, un Nuevo Mundo:

Catedral de Notre Dame y su nuevo techo.

Catedral de Notre Dame y su nuevo techo.

Como vemos en las imágenes precedentes, este nuevo techo, transparente y de Diversos colores, nos indica el gran cambio que se viene a nivel global, no solo en la religión católica, sino que, en todas las religiones principales, y por ende, en todos los aspectos que le dan Orden al, aparentemente imparable, Caos en el que estaba sumida nuestra sociedad. La estructura fálica, masculina (una representación del Viejo Orden), fue reemplazada por una estructura de Vulva; aunque, si lo vemos mejor, dicha estructura, sería una conjunción de ambos símbolos, el de la inseparable dualidad de lo Femenino y de lo Masculino... el del Falo y de la Vulva (Nuevo Orden). La Iglesia Católica, ha dejado de ser un ente predominantemente masculino, para pasar a ser un ente predominantemente humano... o al menos, espero que así sea. Es obvio que los cambios que presenciamos provienen desde "los senos" de la propia iglesia, y no desde fuera, por lo que eso es algo muy positivo.

La actual iglesia de Constantino (la que será transformada por gran proceso de modernización y de adaptación para los tiempos en los que vivimos), una iglesia machista, despectiva, destructiva y misógina, caerá bajo el peso de la Era de Acuario, caerá bajo el peso del Agua, y será renovada y entregada a su verdadera creadora: "La Rosa de 5 pétalos" (El Botón y las 4 Arquivoltas). Estamos, literalmente, en las Revelaciones (Apocalipsis), en donde ciertas verdades, ocultadas u oscurecidas por milenios, y por la mano de una iglesia históricamente destructiva, al fin, harán que a miles de millones de personas se les descorra el velo de sus caras, el cual y hasta ahora, les impedía mirar más allá de lo evidentemente conveniente para las acciones oscurantistas emanadas desde los poderes eclesiásticos de una iglesia arcaica y en decadencia. Hacía falta un Nuevo Orden, y la iglesia misma ya lo estaba pensando y expresando, desde mucho antes del año 1991.


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