Los Aprendices, son, en primera instancia, el conjunto de los "Viajeros Caminantes Iniciados", que existen en una determinada Orden, porque en todos los grados, sean del 1 al 13, al 33 o al 95, etc., todos son aprendices, por el hecho de que, jamás se debe dejar de luchar contra nuestra propia e inherente naturaleza animal evolutiva (y esa naturaleza de la que hablo, es el simbolismo arquetípico de la Piedra Bruta, y es un arquetipo, porque tiene su representación en nuestro cerebro, en el Sistema Límbico, en donde se encuentra todo nuestro acervo evolutivo, esos animales, los que nos precedieron, antes de ser nosotros los Homo Sapiens Sapiens). Pero, el accionar de esos animales, al momento de nacer, son amos y señores, como es obvio al observar un niño; pero al ir creciendo, al ir incorporando intelectualidad y al ir ascendiendo en nuestra conciencia, vamos obteniendo las herramientas, (profanas, al principio), para ir domando a aquellos animales evolutivos, en forma de Egos, y que es la Piedra en Bruto, sin siquiera tocar demasiado, por medio del Mazo y del Cincel, y si una persona se interesa, naturalmente, por la vía intelectual y de elevar su conciencia por medio de la espiritualidad consigo mismo, logrará aplacar a aquellas “bestias” evolutivas del inconsciente. Pero, en ámbitos de los Aprendices (sean del grado 1º o del grado 13º o del grado 33º o del grado 95º), vamos teniendo las herramientas arquetípicas (porque tienen su representación mental) necesarias, como para ir dejando a aquella Piedra en Bruto (nuestro cerebro evolutivo, nuestro inconsciente, nuestros egos), de la manera mas cúbica posible, y cuanto mas cúbica está nuestra psique inconsciente, es decir el arquetipo de aquella Piedra, nos demuestra que hemos podido lograr usar correctamente a las herramientas, también arquetípicas, porque las mismas tienen su representación mental, ya que el mazo es la fuerza gestionada por la mano de la inteligencia, la mano derecha, y el cincel, es la que aplica y corrige a aquella piedra bruta, a nuestra psique, a través de la mano de la fuerza, la mano izquierda; porque se debe tener inteligencia para saber golpear con un Mazo, y porque se debe tener fuerza, para sostener correctamente el Cincel (en ángulo, sentido y dirección justos), al ser golpeado por el Mazo; todo esto, de manera arquetípica, por supuesto, porque todo lo anterior, se reduce, en nuestra realidad a un gran trabajo mental y espiritual no religioso, y digo no religioso, porque, pese a quien le pese las religiones, dan rienda suelta a aquellos Egos e impiden trabajar la Piedra, es decir, impiden mejorarnos como persona al aplicar sobre la psique de las personas, y desde que nacen, un dogma carcelario y totalmente destinado a adoctrinar, para luego dominar.
Aprendices, entonces, somos todos; pero si uno tiene el Grado 95, y no ha trabajado en si mismo, como para aplacar a aquellos egos, en forma de vicios, de bajas pasiones, de desvalores, etcétera, para transformarlos en virtudes, solo será una persona que ha ido a la Orden, para pasar el rato; pero en cambio, si cualquier Iniciado, de cualquier grado, dentro del Rito que sea, va incorporando sus herramientas correspondientes al grado, para su propia autosuperación y para la de los demás, ese Aprendiz, sin importar el número de grados que tenga, estará en el correcto camino hacia la perfección de la completitud del Yo, del Selbst, del Si-mismo como lo ha expresado Carl Jung, y si bien nunca llegaremos a ser perfectos; hasta que la evolución, dentro de unos miles de años atrofie mucho más nuestro cerebro evolutivo, al Sistema Límbico, y a su vez, hipertrofie más a nuestro cerebro superior o Neocortex, el cual es ese estrato cerebral que usa las herramientas iniciáticas para aplacar a todos nuestros animales evolutivos que provienen desde aquel Sistema Límbico; entonces, como si es muy claro por ahora, que nunca llegaremos a la perfección absoluta, es bien sabido que llegaremos a un alto grado de auto perfeccionamiento, pero, solamente el Aprendiz que utiliza y comprende realmente, tanto a la Piedra en Bruto (la que representa a nuestro inconsciente y sus animales evolutivos en forma de bajas pasiones) como a las muchas herramientas para trabajar aquella Piedra (herramientas que, al fin y al cabo, son arquetípicas, es decir que son un conjunto de filosofías destinadas a mejorar el Yo evolutivo y mediante aquel Selbst), aquel Aprendiz, será el que verdaderamente se conozca a si mismo, vea hacia adentro suyo, comprenda que tipos de comportamientos son dañinos para si mismo y para los demás, y los sepa corregir, para transformarlos en virtudes direccionadas hacia si mismo y hacia los demás.
Todos somos Aprendices, en lo que a la palabra estricta me refiero, y mas allá de los grados de perfección de cualquier orden iniciática, no todos saben ser Aprendices, mas allá de dichos grados de perfección. Saber ser Aprendiz es saber mejorarse a si mismo y es allí en donde cada Orden Iniciática es la que está dentro de uno, en contraste con los que no terminan de darse cuenta de la siguiente pregunta: ¿qué es ser Aprendiz?, porque, algunos sin ser conscientes de este problema, si bien están dentro de la Orden Iniciática, no se han dado cuenta que lo principal es lo opuesto, y que es, que la Orden Iniciática y sus sincretismos milenarios estén dentro de uno.
Los mencionados Viajeros del Selbst, en su esencia más profunda, conforman el conjunto de aquellos que se embarcan en el recorrido de un camino determinado. Ya sea en el primer paso o en el último tramo, estos individuos reconocen la importancia de mantener una lucha constante contra su propia naturaleza interna y evolutiva. Esta naturaleza, representada simbólicamente por una piedra bruta, reside en el recóndito rincón de nuestro cerebro, en el reino del Sistema Límbico, donde se encuentran grabados los legados de nuestros ancestros animales. Desde el momento de nuestro nacimiento, estos impulsos animales nos dominan de manera evidente, como puede observarse en los niños. Sin embargo, a medida que crecemos, adquirimos conocimientos y expandimos nuestra conciencia, empezamos a desarrollar herramientas, en principio rudimentarias, para controlar y moldear esos instintos evolutivos personificados en nuestros egos. Esta piedra bruta, que simboliza nuestra psique, comienza a tomar forma y perfección sin necesidad de recurrir en exceso al mazo y al cincel. Aquellos individuos que se interesan sinceramente por el camino intelectual y espiritual de la autorreflexión logran aplacar y canalizar esos instintos animales del inconsciente. Ya sea en el primer grado o en el trigésimo tercero, noventa y quinto, o en cualquier otro nivel dentro de una senda iniciática, disponemos de las herramientas arquetípicas necesarias que encuentran su representación en nuestra mente. Estas herramientas nos permiten esculpir y pulir nuestra psique, nuestra piedra bruta, de la forma más precisa y cúbica posible. Cuanto más cúbica se vuelve nuestra psique inconsciente, reflejo del arquetipo de la piedra, más evidencia tenemos de haber utilizado correctamente esas herramientas arquetípicas, las cuales también encuentran su representación mental. El mazo representa la fuerza impulsada por la inteligencia, la mano derecha, mientras que el cincel es el instrumento que aplica y modela la piedra bruta, nuestra psique, a través de la fuerza dirigida por la mano izquierda. Dominar el arte de golpear con precisión y sostener adecuadamente el cincel requiere tanto inteligencia como fuerza física. Todo este proceso, en su esencia arquetípica, se reduce a un arduo trabajo mental y espiritual, desprovisto de connotaciones religiosas. Debo subrayar la importancia de esta distinción, ya que, a pesar de las creencias personales, las religiones suelen desatar y alimentar esos egos, obstruyendo así nuestra labor sobre la piedra y el crecimiento personal, al imponer desde nuestro nacimiento dogmas restrictivos destinados al adoctrinamiento y al control. En consecuencia, todos somos Viajeros en el sentido más literal de la palabra, pero no todos comprenden la verdadera esencia de ser Viajero, más allá de los niveles de perfección dentro de cualquier camino iniciático. Saber ser Viajero implica conocerse y mejorarse a uno mismo, y es en ese sentido que cada senda iniciática reside en el interior de cada individuo, en contraposición a aquellos que aún no han percibido la esencia de la siguiente pregunta: ¿qué significa ser Viajero? Aunque formen parte de una senda iniciática, algunos no han advertido que la clave reside en el hecho opuesto, es decir, en que la senda iniciática y sus tradiciones milenarias están inherentemente arraigadas dentro de cada uno de nosotros.
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