Una Hermana de la vida, me realizó una pregunta respecto de las máscaras psicológicas que el ser humano porta en su psique, como un juego cuasi eterno entre la conciencia del Yo y el inconsciente colectivo. Mi respuesta, un tanto modificada para este artículo, fue la siguiente.
En primer lugar, debo aclarar dos peligros que acarrea el no identificar a nuestras máscaras, y uno de ellos es que el ser humano se vuelva una persona por demás extrovertida, adaptando su personalidad, su comportamiento, según la circunstancia que le toque vivir en ese momento (y un buen ejemplo de esto, es la demasiada exposición en las redes sociales, en cuanto a su vida privada, y a frases dirigidas, por ejemplo, hacia un hijo, pero escrito públicamente a través de alguna red social, en lugar de expresarlo personalmente, en privado, o bien, otro ejemplo, el expresar que "yo estoy a favor de la lucha contra el cáncer", mientras que sus propios deberes para con sus propios semejantes cercanos, demuestran un comportamiento totalmente alejado de dicha frase, no aportando apoyo alguno, a quien es su "prójimo mas próximo", pero, externamente, queda escrito ante las amistades de las redes sociales, que quiere mucho y que "cría a su hijo con todas las virtudes de un gran padre, o madre" y que "apoya la lucha contra el cáncer", por lo tanto, este es un ejemplo del primer peligro en cuanto a que sus máscaras sean múltiples y no se percate de ello). El segundo peligro, es el identificar muy bien todas nuestras máscaras, o la mayoría de ellas, y que la personalidad no cambie en absoluto, independientemente del lugar, momento o circunstancia en el que dicha persona se encuentre inmersa, ya que su personalidad real, no demostrará cambios ante nada ni nadie, y si dicha personalidad es un tanto agresiva, intolerante, ignorante, sin empatía, etcétera, dicho comportamiento lo tendrá frente a cualquier persona o grupo de personas y en cualquier tiempo y lugar (y un buen ejemplo de esto es la persona que no logra encajar en la sociedad, o bien si llega a encajar, debido a que ha logrado hacer una carrera laboral, previo estudio universitario o por simple suerte del destino, por ejemplo, el maltrato a sus semejantes, será constante y sin altibajos). Entonces, creo yo que, en estos dos peligros o extremos, en cuanto a las máscaras, tiene mucho peso qué tipo de huella psicológica ha dejado el Ánima, en el inconsciente colectivo del hombre, y qué tipo de huella psicológica ha dejado el Ánimus en el inconsciente colectivo de la mujer. Tanto el Ánima, como el Ánimus, son huellas psíquicas que transmiten los padres a sus hijos, la madre le imprime el Ánima hacia el hijo varón, mientras que el padre le imprime el Ánimus a su hija. Ambos conceptos, deben ser manejados en el futuro, por parte de los hijos, de modo de llegar a la individuación del Yo, es decir, a ser un individuo "hecho y derecho", separado del ámbito paternal, comenzando un nuevo ciclo, con sus propios hijos.
Ahora bien, en cuanto a las máscaras, creo que es algo inevitable, por lo que a todos nos toca el tener que identificarlas y luego trabajar sobre ellas, porque, por ejemplo, la máscara que usamos cuando estamos frente a un familiar, no será la misma máscara que utilizará nuestra psique al estar frente a un personaje de renombre, o bien a un personaje detestable, etcétera, en definitiva, siempre, de manera inconsciente, nos colocamos máscaras, dependiendo del contexto en el que estemos sumergidos.
Esas máscaras no nos definen -o convierten- como un psicópata, o como un narcisista, o como una persona que tenga Trastorno Obsesivo Compulsivo, etcétera, sino que, cada máscara que nos colocamos al cambiar nuestro ambiente externo, nos asigna ciertas propiedades de comportamiento o nueva personalidad, con lo que, una determinada máscara nos hará mas humildes, y otra máscara nos hará mostrarnos como si sabemos de todo, y otra máscara nos configurará de una manera enérgica y de características de liderazgo, mientras que otra máscara nos convertirá en un especialista en Apología Socrática, para poder revelar las falsas máscaras de los demás, y un gran gran etcétera. Pero, y siempre hablando desde mi humilde punto de vista, desde esta máscara que porto en este momento, está en nosotros, el intentar unificar aquellas máscaras, en la menor cantidad posible de nuevas máscaras contenedoras de las propiedades de las primeras. Está en nosotros en el intentar trabajar nuestra psique (nuestra piedra en bruto) para que cada vez mas, utilicemos menos máscaras, y sepamos reunir todas las propiedades de las viejas máscaras, en una sola, o bien, en la menor cantidad posible de ellas. Debemos ser y comportarnos de igual manera, en diferentes situaciones y lugares, y ante diferentes personas o grupos de personas, debemos intentar ser una sola máscara, (sin llegar al límite del segundo peligro, cuando tenemos unas pocas máscaras, y que detallé mas arriba), y debemos ser nosotros mismos, aceptarnos tal como somos, resolver y coagular todas las presiones provenientes desde el Ánima o el Ánimus (dependiendo del sexo), y continuar con el trabajo de unificar las máscaras, hasta que la simpleza de nuestro comportamiento nos diga, o bien, nos revele la gran pregunta existencial: ¿Quién soy? Y es justamente allí, en ese preciso instante en el que una chispa, desprendida del Cincel contra la Piedra (la psique, el inconsciente) nos quite el velo para que expresemos para nosotros mismos, con los ojos bien abiertos, y la mandíbula inferior caída sobre el pecho, con una gran cara de asombro, y diciendo ¡Ahora se quien soy y se cual es mi misión en el mundo! Y es en este punto, cuando las personas comenzamos a dejar la hipocresía detrás (algo que portan la mayoría de las máscaras) porque cuando logramos disminuir la cantidad de máscaras, de igual manera, también disminuye la "dosis" de hipocresía que podemos demostrar a los demás (primer peligro detallado mas arriba).
Cuanto mas y mas nos conocemos, no nos importará si estamos frente a un espejo, frente a un familiar, frente a un amigo, frente a un presidente o frente a un extraterrestre, porque el habernos quitado (o reunido) la mayoría de las máscaras (que son las impurezas de la piedra bruta) en una sola como mínimo utópico, habremos llegado a una etapa de conciencia elevada, en una etapa que estará mas cercana al Homo Sapientísimus, pero mas lejos del Homo Sapiens Sapiens actual, y habremos conseguido transformar lo inconsciente, en pura conciencia, habremos logrado transformar todas las pulsiones homínidas/reptiles provenientes desde el inconsciente, en CONDUCTAS basadas en la razón pura. A veces uno no logra soportar -o tolerar- que los demás todavía estén repletos de máscaras (y todavía, para colmo, cometiendo los dos peligros nombrados mas arriba, sin percatarse en absoluto de ello), pero, esa también es una máscara, la de la intolerancia, otra que nos debemos quitar, y que es la máscara que nos impide ser seres empáticos, y esperar a que, los que todavía viven en los peligros que acarrea el ir por la vida intercambiando máscaras, algún día, logren llegar a ver aquella chispa que les responda a aquella pregunta existencial.
Yo mismo, todos, yo diría, en algún momento, dependiendo de las presiones externas e internas, y de la duración de las mismas, a veces, traemos a la conciencia, desde el olvido del inconsciente, alguna que otra máscara, la que hace tiempo que no utilizábamos, y que incluso, habíamos logrado transformarla en conciencia, pero, cuando aquellas presiones de la vida diaria, nos atacan por varios frentes, si no tenemos una buena manera de soportarlas por medio de la mayor o mejor inteligencia posible, las máscaras antes reprimidas, volverán a hacer lo suyo, desde lo "oscuro y húmedo" de nuestra psique profunda, pero, en cambio, sino nos permitimos que aquellas retornen, continuaremos con el gran trabajo de hacer consciente lo inconsciente, porque sabemos que aquella máscara de, por ejemplo, la ira, todavía sigue allí, pero cada vez que surge algo que nos intenta llevar expresar comportamientos airosos, al instante recordamos que la máscara siempre está pronta para retornar, y es nuestro trabajo el saber detectarla inmediatamente, para luego enviarla al rincón oscuro y húmedo desde donde provino. Y lo mismo aplica para la hipocresía, para la envidia, para la adulación, para la falta de empatía, y un gran etcétera.
En primer lugar, debo aclarar dos peligros que acarrea el no identificar a nuestras máscaras, y uno de ellos es que el ser humano se vuelva una persona por demás extrovertida, adaptando su personalidad, su comportamiento, según la circunstancia que le toque vivir en ese momento (y un buen ejemplo de esto, es la demasiada exposición en las redes sociales, en cuanto a su vida privada, y a frases dirigidas, por ejemplo, hacia un hijo, pero escrito públicamente a través de alguna red social, en lugar de expresarlo personalmente, en privado, o bien, otro ejemplo, el expresar que "yo estoy a favor de la lucha contra el cáncer", mientras que sus propios deberes para con sus propios semejantes cercanos, demuestran un comportamiento totalmente alejado de dicha frase, no aportando apoyo alguno, a quien es su "prójimo mas próximo", pero, externamente, queda escrito ante las amistades de las redes sociales, que quiere mucho y que "cría a su hijo con todas las virtudes de un gran padre, o madre" y que "apoya la lucha contra el cáncer", por lo tanto, este es un ejemplo del primer peligro en cuanto a que sus máscaras sean múltiples y no se percate de ello). El segundo peligro, es el identificar muy bien todas nuestras máscaras, o la mayoría de ellas, y que la personalidad no cambie en absoluto, independientemente del lugar, momento o circunstancia en el que dicha persona se encuentre inmersa, ya que su personalidad real, no demostrará cambios ante nada ni nadie, y si dicha personalidad es un tanto agresiva, intolerante, ignorante, sin empatía, etcétera, dicho comportamiento lo tendrá frente a cualquier persona o grupo de personas y en cualquier tiempo y lugar (y un buen ejemplo de esto es la persona que no logra encajar en la sociedad, o bien si llega a encajar, debido a que ha logrado hacer una carrera laboral, previo estudio universitario o por simple suerte del destino, por ejemplo, el maltrato a sus semejantes, será constante y sin altibajos). Entonces, creo yo que, en estos dos peligros o extremos, en cuanto a las máscaras, tiene mucho peso qué tipo de huella psicológica ha dejado el Ánima, en el inconsciente colectivo del hombre, y qué tipo de huella psicológica ha dejado el Ánimus en el inconsciente colectivo de la mujer. Tanto el Ánima, como el Ánimus, son huellas psíquicas que transmiten los padres a sus hijos, la madre le imprime el Ánima hacia el hijo varón, mientras que el padre le imprime el Ánimus a su hija. Ambos conceptos, deben ser manejados en el futuro, por parte de los hijos, de modo de llegar a la individuación del Yo, es decir, a ser un individuo "hecho y derecho", separado del ámbito paternal, comenzando un nuevo ciclo, con sus propios hijos.
Ahora bien, en cuanto a las máscaras, creo que es algo inevitable, por lo que a todos nos toca el tener que identificarlas y luego trabajar sobre ellas, porque, por ejemplo, la máscara que usamos cuando estamos frente a un familiar, no será la misma máscara que utilizará nuestra psique al estar frente a un personaje de renombre, o bien a un personaje detestable, etcétera, en definitiva, siempre, de manera inconsciente, nos colocamos máscaras, dependiendo del contexto en el que estemos sumergidos.
Esas máscaras no nos definen -o convierten- como un psicópata, o como un narcisista, o como una persona que tenga Trastorno Obsesivo Compulsivo, etcétera, sino que, cada máscara que nos colocamos al cambiar nuestro ambiente externo, nos asigna ciertas propiedades de comportamiento o nueva personalidad, con lo que, una determinada máscara nos hará mas humildes, y otra máscara nos hará mostrarnos como si sabemos de todo, y otra máscara nos configurará de una manera enérgica y de características de liderazgo, mientras que otra máscara nos convertirá en un especialista en Apología Socrática, para poder revelar las falsas máscaras de los demás, y un gran gran etcétera. Pero, y siempre hablando desde mi humilde punto de vista, desde esta máscara que porto en este momento, está en nosotros, el intentar unificar aquellas máscaras, en la menor cantidad posible de nuevas máscaras contenedoras de las propiedades de las primeras. Está en nosotros en el intentar trabajar nuestra psique (nuestra piedra en bruto) para que cada vez mas, utilicemos menos máscaras, y sepamos reunir todas las propiedades de las viejas máscaras, en una sola, o bien, en la menor cantidad posible de ellas. Debemos ser y comportarnos de igual manera, en diferentes situaciones y lugares, y ante diferentes personas o grupos de personas, debemos intentar ser una sola máscara, (sin llegar al límite del segundo peligro, cuando tenemos unas pocas máscaras, y que detallé mas arriba), y debemos ser nosotros mismos, aceptarnos tal como somos, resolver y coagular todas las presiones provenientes desde el Ánima o el Ánimus (dependiendo del sexo), y continuar con el trabajo de unificar las máscaras, hasta que la simpleza de nuestro comportamiento nos diga, o bien, nos revele la gran pregunta existencial: ¿Quién soy? Y es justamente allí, en ese preciso instante en el que una chispa, desprendida del Cincel contra la Piedra (la psique, el inconsciente) nos quite el velo para que expresemos para nosotros mismos, con los ojos bien abiertos, y la mandíbula inferior caída sobre el pecho, con una gran cara de asombro, y diciendo ¡Ahora se quien soy y se cual es mi misión en el mundo! Y es en este punto, cuando las personas comenzamos a dejar la hipocresía detrás (algo que portan la mayoría de las máscaras) porque cuando logramos disminuir la cantidad de máscaras, de igual manera, también disminuye la "dosis" de hipocresía que podemos demostrar a los demás (primer peligro detallado mas arriba).
Cuanto mas y mas nos conocemos, no nos importará si estamos frente a un espejo, frente a un familiar, frente a un amigo, frente a un presidente o frente a un extraterrestre, porque el habernos quitado (o reunido) la mayoría de las máscaras (que son las impurezas de la piedra bruta) en una sola como mínimo utópico, habremos llegado a una etapa de conciencia elevada, en una etapa que estará mas cercana al Homo Sapientísimus, pero mas lejos del Homo Sapiens Sapiens actual, y habremos conseguido transformar lo inconsciente, en pura conciencia, habremos logrado transformar todas las pulsiones homínidas/reptiles provenientes desde el inconsciente, en CONDUCTAS basadas en la razón pura. A veces uno no logra soportar -o tolerar- que los demás todavía estén repletos de máscaras (y todavía, para colmo, cometiendo los dos peligros nombrados mas arriba, sin percatarse en absoluto de ello), pero, esa también es una máscara, la de la intolerancia, otra que nos debemos quitar, y que es la máscara que nos impide ser seres empáticos, y esperar a que, los que todavía viven en los peligros que acarrea el ir por la vida intercambiando máscaras, algún día, logren llegar a ver aquella chispa que les responda a aquella pregunta existencial.
Yo mismo, todos, yo diría, en algún momento, dependiendo de las presiones externas e internas, y de la duración de las mismas, a veces, traemos a la conciencia, desde el olvido del inconsciente, alguna que otra máscara, la que hace tiempo que no utilizábamos, y que incluso, habíamos logrado transformarla en conciencia, pero, cuando aquellas presiones de la vida diaria, nos atacan por varios frentes, si no tenemos una buena manera de soportarlas por medio de la mayor o mejor inteligencia posible, las máscaras antes reprimidas, volverán a hacer lo suyo, desde lo "oscuro y húmedo" de nuestra psique profunda, pero, en cambio, sino nos permitimos que aquellas retornen, continuaremos con el gran trabajo de hacer consciente lo inconsciente, porque sabemos que aquella máscara de, por ejemplo, la ira, todavía sigue allí, pero cada vez que surge algo que nos intenta llevar expresar comportamientos airosos, al instante recordamos que la máscara siempre está pronta para retornar, y es nuestro trabajo el saber detectarla inmediatamente, para luego enviarla al rincón oscuro y húmedo desde donde provino. Y lo mismo aplica para la hipocresía, para la envidia, para la adulación, para la falta de empatía, y un gran etcétera.
Cuando controlamos nuestras máscaras, mas auténticos seremos en cualquier lugar y situación en que nos encontremos, y frente a cualquier persona.
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