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08/11/2017

De la desesperación interminable al suicidio inminente. ¿Jean Paul Sartre estaba equivocado?


De la constante desesperación; interminable... la misma que ha precedido al sufrimiento... también interminable... la misma que ha precedido a las situaciones dolorosas... totalmente imborrables; al inminente suicidio... solo los separa una única "unidad de medida", y que acerca, a ambos extremos, tan cerca, como para tocarse el uno junto al otro; de la desesperación interminable al suicidio, solo se interpone el corto tiempo de lo que dura una decisión. Y quiero aclarar, que me refiero al suicidio que no contempla el escapar de responsabilidades para con los demás, penales o personales, sino que, hablo respecto del suicidio empático racionalista.

El suicidio, como otros temas humanos, tal como el maravilloso acto, eminentemente animal, esencial y evolutivo que es el sexo, es también un gran tema tabú, porque el llegar a tomar la decisión de que uno se deba suicidar, va contra las reglas teológicas y moralistas religiosas, y no así, si se piensa que es en favor de un racionalismo lógico desprovisto de todo egoísmo. Algunos piensan que el suicidio es egoísmo y tabú; y pienso, y creo que otros también, que el suicidio es el acto mas valiente, puro y empático que puede llevar a cabo una persona, teniendo en cuenta, que esta persona se haya constituido una pesada carga para su propio entorno. Y cuando hablo de suicidio, me refiero al acto que se desprende del pensamiento racional adulto, inteligente y desprovisto de todo prejuicio moral/religioso, sin ninguna intención de escapar de responsabilidades para con los demás, tal como lo mencioné en el primer párrafo.

Por desgracias, para los que quedan vivos, el suicidio de una persona se lleva a cabo sin que nadie lo note, sin dar señales al respecto, sin síntomas que lo delaten; solo es ponerle fin a la propia vida, y ya. ¿Quien puede impedir una decisión tal, sabiendo que el ser humano es dueño de si mismo? ¿Quien puede detectar y detener un acto de tal magnitud y valentía, si el suicida se fundamenta en una decisión desprovista de egoísmos y de una lógica que raya con el método aristotélico? ¿Quien es capaz de frenar un suicidio, si dicho acto, llevaría, con el tiempo y la comprensión del inevitable evento, al completo alivio de las personas que le sobrevivan al que tomó tal decisión, de manera soberana y basado en todo su derecho existencial, adquirido por naturaleza, de suicidarse?

El suicidio es parte inherente del ser humano, y debe ser aceptado como tal, por mas doloroso que sea.

Por supuesto que hay un factor terrible, para los que quedan en este lado, en el lado que le llaman vida, y que es lo terrible e inesperado, y comienzan a decaer preguntas o exclamaciones como, ¿hubiera podido hacer algo antes de tiempo? ¿Tuve parte de la culpa? ¡No pude identificar ningún signo que le llevara a tal drástica decisión! ¿Porque? Pero la respuesta es demasiado simple; la persona que se suicida, de manera racionalista y sin egoísmos, lo hace porque quiere morir, y ya, tomando una decisión totalmente aceptable, desde su punto de vista, e inmanejable a veces, desde el de los demás que le han rodeado en su paso por este mundo. El suicidio forma parte del ser humano, desde que comenzó a tener conciencia de su existencia, y luego de elaborar que su existencia ha dejado de tener valor alguno para si mismo, y menos que menos, para los demás, como Homo Sapiens Sapiens que es, tiene todo el derecho de decidir quitarse la vida, de tal manera de "quitar lastre" al barco de los vivos.

El suicidio también se conforma como una cruel respuesta a la actual sociedad, la cual se encuentra transformada en un conjunto de borregos infantilizados, todos caminando y mirando hacia el mismo lugar, sin la menor necesidad de hacerlo hacia el lugar que realmente importa, y debido a esto último, es que los suicidios se suceden, uno tras de otro y en todas las edades. La sociedad actual, no solamente está caracterizada de la manera en que lo he detallado antes, sino que se encuentra dominada por el ego y por la falta absoluta de empatía. El individualismo de las masas, aplastan a los puros de mente y de corazón, llevándolos a tomar decisiones en respuesta a que, tales puros de mente y de corazón, ya no son parte de este mundo de impuros, idólatras, egoístas, ladrones, mentirosos, individualistas, conniventes, etc., en definitiva, totalmente maléficos, llegando al punto tal, de que la maldad inherente en la mayor parte de la humanidad, accione de manera negativa, sobre los que se elevan por sobre ella, siendo que esa elevación se halla directamente relacionada hacia el trabajo constante y desinteresado de la persona que sube y sube hacia la Luz de la conciencia y del conocimiento. Pero, por desgracias, este planeta está dominado, en general, por seres dañinos, y la mayoría no se da cuenta del daño que ocasionan a otros, siguiendo con sus vidas cotidianas, como si no sucediera nada.

Lo que acontece en este planeta, lo comparo con el sistema de defensa del cuerpo humano, el cual reacciona a ciertos agentes extraños y externos, de naturaleza diferente, neutralizándolos, e intentando eliminarlos para proteger al resto del cuerpo. Pues lo mismo sucede con la persona que se eleva, porque el resto de la humanidad, la mayoría sin darse cuenta, intenta neutralizar y eliminar a dicho "cuerpo extraño", y lo hace de diversas y muy imaginativas maneras, pero con los desvalores de la envidia, la falta de empatía, el individualismo y la ignorancia detrás.

Debido a ello, el cuerpo extraño termina aniquilado por si mismo, por sus propias manos, frente a los ojos contentos y relajados de parte de aquellos "anticuerpos" de la humanidad, debido a la acción del "sistema de defensa" que intenta mantener, de manera involuntaria en su mayoría, todo como está, para que, los que no se han elevado y tampoco desean hacerlo, permanezcan tranquilos, sentados cómodamente sobre sus sillones de pana Azul, a sabiendas de que nadie, por ahora, los superará. El sistema de defensa de la especie humana, es muy eficiente, porque mata al que se eleva, sin siquiera tocarlo, y a veces, quererlo.

Contrariamente a lo que alguna vez ha expresado Sartre, yo expreso que la especie humana (el homínido evolutivo), en general, y no en particular, es malvada por naturaleza evolutiva (y a nivel animal, lo anterior es solo un juego de depredadores y de presas), esperando devorar a quien se lo considere como una presa perfecta, o bien, esperando destruir a quien se lo considere como una amenaza inminente para su propia existencia / comodidad / individualismo (la  expresión de la mismísima naturaleza animal, invadiendo terrenos del Yo, de la consciencia del Homo Sapiens Sapiens). Entonces, la especie humana, mediante su conciencia dominada por aquel homínido, es hipócrita y destructiva por naturaleza (porque todavía prevalece dicho animal evolutivo), y mientras continúe la actual regresión evolutiva, tan evidente, a nivel de nuestra especie, jamás podremos dar un nuevo salto darwiniano, y darle la razón a Sartre. Este rasgo destructivo del que hablo (envidia, en su palabra humana descriptiva), es parte de la Selección Natural, y hasta entendible, y que todavía sigue haciendo lo suyo, en una especie que ha llegado a la conciencia de su propia existencia, pero que todavía no ha llegado a la conciencia de la existencia de una forma tal, que se la pueda comparar al mejor estilo colmena / cooperativista. Para que lleguemos, como especie, a comportarnos de la misma manera que en una Colmena, creo yo que es un evento evolutivo que por ahora, dista mucho de este presente.

La especie humana, es su propio verdugo. La historia y los eventos cotidianos, nos lo dicen, día tras día hay pizcas de maldad en todos los eventos que intentemos analizar. Algunos llegan a la desesperación, y luego, el suicidio es la única salida; para otros, luego de tal desesperación, el fortalecimiento del Si Mismo, del Alma, es la única opción plausible.

Todo depende de la fuerza de voluntad y perseverancia interior que hayamos construido, y de la confianza que tengamos en nosotros mismos, para entender de que, no hay mal que dure 100 años... o bien, hasta que sea racionalmente necesario, eliminar lastre.

Nelson J. Ressio.


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