No hay nada más patente que lo secreto, ni nada más tangible que lo recóndito; por eso, el noble debe ser cauteloso con respecto a lo que él sólo es para sí.
Confucio.
Más allá de que el Landmark nº 23; de entre los Landmarks que definen la esencia fundamental y básica de una de las órdenes iniciáticas, filosóficas y de moral más conocidas, esas estacas que delimitan justamente, el terreno básico, a partir del cual, se edificará el templo que se haya diseñado por las manos de un Demiurgo; mas allá de dicho Landmark, el que expresa lo siguiente: “La Orden Iniciática, filosófica y de moral, es una Sociedad Secreta”, debemos hacernos una pregunta muy importante, y qué es: ¿Qué esperamos para el futuro de la Orden sino se toma en cuenta dicho Landmark sabiendo lo que dicha estaca simboliza?...
Innegablemente, pese a todo lo que se diga al respecto, toda estaca que delimita el terreno, en donde luego se construirá un Templo, tiene carácter de perpetuidad, inamovible, y si llegado el caso, alguien desea mover la estaca, le será imposible, por lo que deberá comenzar a colocar estacas linderas u alternativas, que por lo obvio, no serán las estacas o landmarks originales, no serán los puntos representativos que definieron la construcción de millones de templos, físicos y psíquicos hacia el futuro. Por lo tanto, quienes definieron la construcción del Gran e Inicial Templo, y que por sobre ese primer templo, se construirían los millones y millones de Templos que le han sucedido, definieron que, tanto el primero, como el último templo, ya sea físico o bien psíquico, tenga carácter de secreto, y no de discreto, como se les ha ocurrido llamar a la Orden hoy en día.
La Orden Iniciática de la que hablo, tiene dos caras, como sabemos, una hacia el público, hacia lo profano, por ello se la denomina “Institución”, tal como lo es el Rotary Club, por ejemplo; y tiene otra cara, la que mira hacia adentro, hacia lo sagrado, hacia lo inviolable, hacia el interior del Templo, -ya sea físico o psíquico-, y que es la denominada “Orden”, y como tal, dicha palabra, “Orden”, determina todo trabajo que se ha basado en la aplicación de una cierta ciencia, para obtener un resultado constructivo, mayormente, en nuestros días, sobre nuestro templo psicológico, sobre cada una de las piedras que lo conforman. Hacia dentro del Templo, debe haber “Orden”, y hacia fuera, “Orden y Caos”, y a esta mezcla la llamamos “Institución”, en donde el mundo profano intenta dar orden con herramientas profanas. Pues, el Orden, no debe alterarse más que para generar más Orden, mientras que en el mundo profano, reina la dualidad que toda Institución posee, y que mencioné anteriormente, debido a que, en el mundo profano, las herramientas que muchos conocen y utilizan, en incontables casos, son mal utilizadas, produciendo caos a diestra y siniestra. Por lo tanto, se desprende de lo inmediato anterior, que las herramientas sagradas, las herramientas que utilizamos dentro del Templo, dentro de la Orden, deben ser solo conocidas para quienes tienen la capacidad de manejarlas, y como tales, por si mismas, dichas Herramientas, deben ser secretas, tales como los símbolos, las alegorías, las metáforas, los rituales, los ritos, etc., todo ello, dedicado a generar más Orden donde ya existe Orden, e imposibles de ser transferidas hacia manos profanas, porque serían mal utilizadas, por el inevitable hecho de no comprenderlas.
Todo lo que se encuentra arriba del primer Templo que definió, en su tiempo, a una flamante Orden de Moral, fue delimitada por los Landmarks, por estacas, las que, por sentido común, se tornan inamovibles, y no por el hecho de que sean pequeños dogmas, sino que, por el hecho de que se encuentran bajo los cimientos de un templo inicial, y por consiguiente, bajo los cimientos de millones de templos posteriores, y por lo tanto, por simple lógica consecuente, inamovibles. Entonces, cuando llega alguien, con aires de mediocridad, a decir que la Orden de Moral a la que aquí me refiero, de manera un tanto velada, es discreta, está violando tajantemente el Landmark 23, lo está anulando por completo, y por ende, pone en riesgo a todos y a cada uno de los millones de Templos –físicos y psíquicos- construidos sobre él, y por lo tanto, está yendo en contra de la Base Fundamental de la Orden de Moral, en uno de sus puntos, y como consecuencia, esa persona que expresa, a viva voz, que la Orden es Discreta, convencido de ello (y no la persona que lo repite por obligación), es un peligro potencial, para todos los millones de Templos psicológicos que el Gran Templo soporta sobre sus muy inteligentes fundamentos. Esa persona, queriéndolo o no, atenta contra todos sus miembros sobre la faz de la Tierra.
Pero, ahora, dejando en claro que la Orden debería seguir siendo secreta, y lo es, desde mi humilde punto de vista, me hago la siguiente pregunta: ¿Quiénes tienen interés en que la Orden se transforme, por ejemplo, en el Rotary Club o en el Club de Leones? Pues, desde mi óptica, los enemigos eternos de la Razón, los enemigos eternos del Naturalismo, los enemigos eternos de la Iluminación, y que se constituyen como los oscurantistas de siempre, y para nombrar algunos, puedo citar al Opus Dei, Orden ultraconservadora dependiente del Vaticano, principalmente constituida para intentar diezmar tanto a la Orden de los Jesuitas como también, a la Orden a la que aquí hago mención de manera velada, entre otros objetivos, y luego, como otro enemigo eterno de la Orden, puedo citar a una mínima cantidad de miembros, miembros estos que trabajan desde dentro, infiltrados, para destruir todo lo sagrado constituido para ayudar al Hombre a mejorarse a sí mismo, y a los que lo rodean. Los infiltrados, son el otro gran enemigo de la Orden, y leyeron que expresé la palabra Orden, y no así, la palabra Institución, ya que toda institución tiene enemigos, pero una Orden no debe tenerlos en absoluto, debido a que, como expresaba al principio, la Orden posee Herramientas muy variadas, que solamente son comprendidas por quienes son debidamente iniciados para ello, y que dichas Herramientas, son fundamentadas perfectamente por los Landmarks que definen el Gran Templo, ese Templo que contiene a todos los demás, ya sean estos, físicos y/o psíquicos, y es el Landmark 23, la estaca que expresa, que nada de lo que existe dentro de la Orden, -sin referirme a la Institución-, debe ser conocido por el mundo profano, por el simple hecho de que, lo que no se conoce, infunde miedos y prejuicios errados, y que llevan a tergiversaciones respecto de la noble misión de la Orden Filosófica y de Moral.
“El secreto es como morir”, reza una frase en un libro por allí, y así es, porque tanto la muerte, como así también, el carácter de secretas, de las Herramientas, Rituales y ritos, tienen el carácter de personalísimas, solo comprensibles y aplicables para quien fue debidamente iniciado e instruido al respecto, y son secretas, porque por ejemplo, si uno quisiera transmitirle a un profano, el resultado de aplicar las Herramientas sobre uno mismo, dicho profano no nos comprendería, por lo que, por lo tanto, se constituye como un secreto por si mismo, es como la muerte, que solo la conoce únicamente el que por ella transcurre.
Para alcanzar la apoteosis, para que seamos Coronados al Final, y que, como Verdaderas Causas que somos, podamos ayudar a los demás a alcanzar los mismos niveles de comprensión de la Naturaleza interior en relación con la Naturaleza exterior, es necesario que lo Oculto siga Oculto, y por ello es que el Landmark 23 expresa que la Orden de Moral, es Secreta, así fue delimitada, así es, y así lo será, por más que un par de infiltrados, o bien, convencidos por infiltrados, digan lo contrario. El día en el que la Orden deje de ser secreta, dejará de tener adeptos… y por lo tanto, dejará de existir… porque lo oculto que hay dentro de Ella, todo eso que nos construye, no solo nos atrae por simple e innegable vocación, sino que también nos atrae, por el hecho de que lo oculto, lo secreto, esa especie de Tesoro por descubrir, -tesoro que solo tiene validez para el que lo encuentra, y para nadie más-, nos eleva esas ansias de exploradores, de ir más allá de lo que no conocemos, es lo que realmente impulsa a las personas a querer ingresar a la Orden… el Secreto mismo. Sinó hay secretos, sino hay Ocultismo, sino hay un Tesoro individual que nos espera a cada uno de nosotros, la Orden pierde su atractivo esencial, y por consiguiente, perderá posibilidades de que sus filas sean cada vez más amplias y más fuertes.
De seguro que, lo anterior es lo que pretenden los infiltrados… y el identificarlos… es uno de los principales trabajos, sobre aquellos que ya están, y sobre aquellos que deseen ingresar.
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