Ante los resultados arrojados por estas elecciones, denominadas PASO, ha quedado sellado con fuego el destino fatal de la Argentina, si es que esta situación no es revertida, y muy pronto.
Es muy evidente que los argentinos atravesamos una situación moral e intelectual, que roza con el desorden, desvalor que, por ahora, solo se encuentra en nuestra mente colectiva y no así, en el mundo real, pero llegará el momento en el que ese desorden se traslade, desde las mentes hacia las calles, momento en el que sea muy tarde para reparar tanto daño causado por un gobierno que incita al odio entre los habitantes de un mismo pueblo, promueve la descalificación y la mentira, y hace alarde de impunidad y de totalitarismo.
Argentina está muriendo, y todos lo saben, pero muchos no lo quieren reconocer, aunque lo harán de una u otra manera, porque verán el deceso institucional con sus propios ojos llenos de remordimiento y arrepentimiento, por haber apoyado al gobierno mas corrupto e impune de la historia argentina. Verán como esta sociedad se corrompe cada vez mas, sin hacer nada al respecto hasta que sea demasiado tarde, y cuando el caos suceda, todos pagaremos el efecto de las decisiones mal tomadas al momento de ir a votar.
Como puede ser posible que las personas que apoyan a este gobierno, de manera ciega, sorda y muda, no sospechen, aunque sea un poquito, de que los funcionarios denunciados por corrupción de alto nivel, tengan un mínimo de responsabilidad, y que todavía expresen con convicción, que todo lo denunciado es una mentira al 100%, siendo que esta última afirmación se escapa totalmente del sentido común y de la lógica, porque el hecho de que un abogado venga investigando hace muchos años y que concuerde con investigaciones periodísticas, y que además se hagan denuncias con acusaciones explícitas y concordantes entre innumerables puntos de unión de una determinada trama de corrupción, no puede ser 100% mentira, porque es inevitable acreditar dicho evento a una lógica que no sea una tautología, debido a las características propias de la denuncia, y además, porque es irrisorio que se inventen años de investigaciones y tramas corruptas que involucran a altos funcionarios del poder con personas del bajo mundo de las mafias de los cárteles.
Algo debe ser cierto, pero existe una infinidad de personas que repiten como loros el relato transmitido desde este gobierno totalitario, déspota, dictatorial, mentiroso y dedicado a la desunión nacional, mensaje que dice que todos en el gobierno son buenas personas, que las denuncias son un invento de abogados que dedican sus vidas a crear fábulas para ensuciar a un gobierno transparente. Este relato se repite una y otra vez, cual ministro de propaganda Nazi, quien decía que una mentira repetida mil veces se transforma en verdad. Pues la Argentina contiene en su gran parte poblacional, mentes acaparadas por el libreto Nazi del Kirchnerismo, increíblemente convencidos de que este gobierno es totalmente puro y sin manchas y que las denuncias solo se constituyen como un vil invento, y que nada es lo que parece, y además, que nada de lo denunciado es real.
Debido a lo anterior, a ese adormecimiento en vigilia, de una parte de la población, que no desea, por ahora, reconocer lo evidente, y que no quiere además, mirar mas allá de la primer línea de árboles que le impide apreciar todo un bosque de sucesos nefastos para nuestro país, el caos social pronto se abrirá paso entre nosotros, pronto veremos como una república termina su existencia institucional y allí mismo, justo en ese punto de inflexión, justo en ese quiebre emocional colectivo, las personas que aceptan como falsas las denuncias de corrupción de alto nivel, se podrán dar cuenta cuan equivocadas se encontraban, y qué mal le han hecho a la república con el solo hecho de creer ciegamente en el libreto que el gobierno expone constantemente. Pero cuando se den cuenta, ya será demasiado tarde, porque la república estará agonizando, y la necesidad de un Nuevo Orden, imperará entre todos los habitantes, como un nuevo sentir colectivo.
De todas maneras, durante esa agonía institucional, la violencia entre el habitante común -yo, ud.- y los sectores creados para el choque y la represión; como son las diferentes agrupaciones sociales que mutarán, tarde o temprano, a agrupaciones radicalizadas; será lo que prevalecerá antes de la transición hacia un Nuevo Orden Institucional a la par del Nuevo Orden respecto del cual, el mundo entero se dirige.
Luego de la agonía, vendrá la muerte, para luego renacer hacia una república unida a todas las demás, bajo un solo Sistema Federal Global, el cual transformará a este mundo, en una sola nación de naciones, regido por un solo sistema financiero, eliminando con ello, las desastrosas fluctuaciones monetarias y las inmensas deudas externas tal como las conocemos hoy en día. Le seguirá un sistema monetario que se dirigirá rápidamente hacia la eliminación completa del papel moneda, constituyendo ello, la desaparición de varias figuras nefastas del mundillo de la política actual, como la del Testaferro por ejemplo, teniendo control absoluto de la moneda virtual circulante, y toda aquella persona que decida delinquir monetariamente, no lo podrá hacer bajo ningún aspecto. Y por último, el Gobierno Único mundial será el que rija la política de todas las naciones que componen esta gran nación que es este planeta llamado por nosotros, Tierra.
En este punto histórico, la Luz de un nuevo Sol se levantará desde el Este iluminando hacia todas las latitudes y longitudes, porque en ese amanecer desaparecerán, gradualmente, la opresión y la tiranía de los gobiernos que, como este, intentan dividir en lugar de unir, que intentan llevarnos a una clara regresión evolutiva en lugar de empujarnos hacia una maduración y evolución consciente de nuestra especie, que intentan manejar la opinión pública con mentiras en lugar de enfrentarla con la verdad, que intentan desacreditar al otro en lugar de enfrentarlo con inteligencia y con una retórica eficiente... esta sociedad dividida, al fin podrá comenzar una nueva etapa en su evolución.
Nelson J. Ressio
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