Las decisiones... esas acciones diarias tan dominadas por una fuerza muy poderosa, proveniente desde lo profundo de nuestra psique, denominada... Procrastinación... es éste, un gran y pesado monstruo que atrapa los impulsos para decidir, para crecer, para hacer, para progresar... es el mismo que intenta constantemente y sin descanso, retraernos a un cómodo letargo de ensueños, de quietudes adormecedoras, de auto-complacencias, de desafíos pospuestos, de sueños olvidados, de corajes disimulados de temporalidades y de obnubilar nuestro libre decidir... y a lo único que nos intenta arrastrar, por medio de sus poderosas garras inmateriales, es hacia nuestra propia destrucción psíquica, hacia una de sus metas principales como monstruo psicológico que es, y esa meta es, el hacernos dejar para mañana lo que podríamos haber hecho hoy, acto imperdonable para el progreso de nosotros mismos y por ende, el de la sociedad toda. ¿Pero, como derrotamos a esa fiera mitológica proveniente desde el inframundo de nuestra psique? Simplemente, con dos de las armas mas poderosas con que cuenta el ser humano consciente, y que son, la voluntad primero, y el hábito después.
Por medio de la voluntad, tomaremos decisiones concretas y las llevaremos a buen término, pero esto no vasta, ya que la fuerza para la repetición periódica de utilizar la voluntad indeterminadamente, es provista por el hábito. La voluntad sin el hábito, es como que el sol aparezca una sola vez en la vida sobre nuestro cielo... solo dará Luz por única vez. Pero el hábito, ese gran amigo de cada ser humano, que se ocupa de reforzar todas las demás virtudes que éste posea, es la clave para derrotar a aquel monstruo denominado Procrastinación. Monstruo que todos portamos dentro de nuestra profunda psique, pero también, al igual que lo anterior, todos somos portadores de la Posibilidad de derrotarlo, de hacer que, por medio de nuestra Voluntad Habitualmente utilizada; ese engendro evolutivo que a cada momento nos intenta retener dentro de cavernas mitológicas, sin poder acceder a una realidad que se encuentra tan, pero tan cerca, que seríamos capaces de tocarla con nuestras manos; quede relegado a una celda con gruesos barrotes de Voluntad y asegurada con la inalterable llave que proviene desde el Hábito.
Voluntad y Hábito, dos virtudes complementarias, que derrotan ese "dejar para mañana lo que podríamos hacer hoy", o mejor dicho, "dejar para después lo que podríamos hacer ahora", pero también, representan virtudes que, si bien nos hacen tomar decisiones en tiempo y forma, esas decisiones, a veces, son encadenadas por subjetividades que hemos recibido desde terceros a lo largo de nuestra existencia, desde que nacemos. Debido a ello, debe surgir en nosotros, la difícil -pero no así, imposible- capacidad de aplicar una tercera y muy útil virtud, denominada "auto-observancia", esa tercera fuerza, que siempre se encuentra a nuestro alcance, y que pone en nuestras manos la Posibilidad de vernos a nosotros mismos en el tiempo, es decir que, nos permite observarnos hacia atrás en el tiempo, mirando, tanto a nuestros actos pasados (inmediatos o distantes), como así también re-escuchar nuestras palabras vertidas sobre los demás, con el fin de que, aquellas primeras dos virtudes, la Voluntad y el Hábito, sean cada vez mas Libres de las subjetividades impuestas, y que además, debamos entender que no nos pertenecen. Las subjetividades asimiladas por nuestra mente adulta, basada en en un alto estado de conciencia, son las que quitarán las cadenas que aprisionan a la Voluntad y que esclavizan al Hábito.
Utilicemos entonces, la "auto-observancia", ese efectivo acto de mirarnos hacia atrás diariamente, para entendernos y para rectificarnos, y poder discernir lo qué hemos hecho bajo los influjos de la Procrastinación, y lo que hemos hecho bajo los influjos de... el Libre Albedrío...