La muerte física, ese decaimiento de la materia en dirección a un progresivo retorno hacia su mismísima esencia, hacia ser lo que al principio era, una sopa de partículas intentando convertirse en algo... o en alguien, es decir, a través del propio nacimiento de nuestro cuerpo, y nuestra proto-Alma. De la tierra provenimos, y es hacia ella a donde luego retornarán nuestros cuerpos mortales. No hay escapatoria; así como la gravedad nos mantiene aferrados a la Tierra, así la Tierra recibirá nuestros cuerpos en el momento en el que nuestras Almas los abandonen. Pero, ¿y luego que? ¿Se terminó todo y ya? ¿Nuestro Yo Consciente, que en vida, nos hacía tener consciencia, al menos, de nuestra existencia, desaparece junto con la materia? Ese vernos, en la vida corporal, como un cuerpo y un espíritu, en donde nuestra existencia la percibimos de una manera "Yo-céntrica" y que todo el mundo se encuentra en función de ese, -y llamémosle ahora con la palabra correcta-, egocentrismo, el cual nos hace pensar que el hecho de que percibamos al mundo que nos rodea, desde una perspectiva intracorporal, es decir, como que, esa cosmovisión que formamos durante el transcurso de nuestra existencia corporal, nos hace dar la "impresión" de que todo gira alrededor nuestro, que no podemos llegar a imaginarnos el "Yo-centrismo" de cualquier otra persona, es decir, que no podemos entender que haya otros puntos de vista, que haya otros egocentrismos partiendo desde dentro de otros cuerpos, -basados en su propia cosmovisión-, partiendo desde otras personas, tratando de percibir al mundo de la misma manera que lo hacemos desde el punto de vista de nosotros... desde uno... no, no sería de ese modo, por lo que, instintiva e inconscientemente, no nos imaginamos eso, sino que nos imaginamos, por propia naturaleza evolutiva pienso yo, que somos el centro de todo lo que sucede a nuestro alrededor, y aunque nuestra empatía sea del tamaño del universo, y que sepamos ubicarnos en el lugar del prójimo, -del próximo-, esa sensación evolutiva de no entender del todo a aquel egocentrismo desde el punto de vista ajeno, de ese prójimo, nos retiene en una gigantesca ilusión de creer que seguimos siendo seres individuales, sin conexión alguna con nada mas que lo que se circunscribe a nuestros límites corporales, y que, debido a aquel "Yo-centrismo", no terminamos de comprender el alcance y trascendencia que tiene nuestra existencia, existencia ésta que nos interconecta con todos los seres vivientes, en un gigantesco "Nos-centrismo", en un lugar inmaterial en el que el sello evolutivo que nos hace reacios a entender nuestra individualidad existencial mas allá de nuestros propios envoltorios corporales, nos pretende hacer ver que ese egocentrismo, es inútil e ilógico pensarlo como tal, y que todos en este universo, -de alguna manera que trasciende nuestros cuerpos-, estamos conectados, y que por mas que nuestros cuerpos retornen al mismo lugar que nos dio la vida, a la Tierra, nuestra consciencia continuará siendo parte de aquel "Nos-centrismo", que traducido a un concepto existente y mas conocido por muchos, continuaremos siendo parte de la Mente del Todo, de la Gran Mente Universal que todo lo impregna, la cual, a partir de su propio y desconocido Nacimiento, todo lo habita, y que a toda materia contiene, -y viceversa-, mas allá de la visión de la existencia individual, esa Gran Mente ya es parte nuestra desde esa primera división celular que nos hará seres humanos, y nuestra mente individual, nuestra consciencia circunscrita al cerebro humano, es y será parte de aquella mente universal, mente que algunos la denominan como Noosfera, -o esfera del conocimiento-, como un conjunto universal de seres vivos dotados, -al menos-, de y desde un cierto nivel mínimo de inteligencia, hasta un nivel de inteligencia comparable a la del ser humano, aunque me animo a incluir, como lo indiqué antes, a todo otro ser vivo.
Entonces, ¿estamos
todos conectados? Pues sí. Y luego de que nuestro cuerpo deje de funcionar, ¿nuestro Yo se termina y desaparece? Es que, no es posible, no es lógico, ya que entonces, ¿alguien mas deberá tener nuestro "Yo-centrismo", nuestro punto de vista, alguien mas deberá volver a ser el centro de su cosmovisión nuevamente? ¿Alguien mas deberá ser el receptor de la subjetividad que ocupaba nuestro cuerpo antes de que éste muriera? Desde mi punto de vista, no tengo dudas de que así es.
Nuestro cuerpo, posteriormente al nacimiento, se concibe como un recipiente, como una vasija, como un contenedor temporal, de un pequeño trozo de energía cuántica, -energía organizada y que se le da entidad a
posteriori, al habitar nuestros temporales cuerpos-, proveniente aquella, desde
una energía mucho mayor, nuestro cuerpo, es la vasija que se conforma
biológicamente para contener, -solo por un tiempo menor al siglo-, una ínfima
parte de aquella Gran Mente Universal, una pequeñísima porción de aquel
"Nos-centrismo", una sutil concentración de interconexiones
de fuerzas de la naturaleza que todo lo impregnan, -un préstamo de la propia
divinidad-, y por mas que nuestro cuerpo haya "atrapado" una mínima
porción de la Noosfera, de la Mente Universal, de la divinidad representada por
las fuerzas de la naturaleza; nuestra mente, nuestro
Yo Consciente, continua siendo parte de aquel Todo,
permanece siendo parte de aquella Gran Mente que interconecta nuestro finito
universo de punta a punta, y por mas que transportemos nuestra conciencia durante casi un siglo dentro de nuestros cuerpos, esa conciencia que nos definirá
quienes somos, no dejará nunca de ser parte del Todo, por lo que al morir
nuestros cuerpos, cuando llegue el momento de que el envoltorio material
de nuestra Conciencia vuelva a la Tierra, cuando la vasija se deba romper
en infinitos trozos de materia esencial y deje de contener a nuestro Yo Divino,
ese Yo, por el hecho de que nunca deja de ser parte de aquella Gran Mente, de
aquella Noosfera, aquel Yo, indefectiblemente debe retornar, -muy renovado
gracias a nuestra experiencia de vida-, a su Génesis, a su Gran Mente, -y si
bien aquel Yo nunca se separa de su Génesis, sino que mas bien, lo que
consigue, es darle una temporal Razón de Ser a la materia-, para esperar un
nuevo recipiente material que sea su nuevo receptor. Y así sucesivamente, cada
porción de la Gran Mente, cada cúmulo de energía Divina proveniente desde la
Noosfera, ocupa indeterminados y sucesivos cuerpos materiales de una manera
infinita en el tiempo, siendo esta idea algo muy similar al concepto de
reencarnación.
Como podremos llegar a
comprender, -luego de lo anteriormente expresado-, es que la muerte; en tanto
que una posible desaparición de esa fuerza Divina que nos hace afirmar "Yo
existo", o como lo dice la celebre frase propuesta por el filósofo René
Descartes, "Pienso, y por lo que pienso, existo"; no es en absoluto
la muerte. Es así estimados lectores, desde mi punto de vista no hay
desaparición de aquellas fuerzas divinas de la naturaleza que nos hacen ser
seres de razón al momento de que nuestros cuerpos materiales pierdan sus signos
vitales, no existe la muerte para el ser humano (por mas que sea un hecho muy doloroso para los que quedan) ya que la frase "ser humano" nos está indicando una innegable
unión con nuestra mente, y no con nuestro cuerpo, debido a que el hecho de
"ser", es la razón por la que hemos definido ese "ser", y
por lo tanto, ese "ser", es inmortal. Mientras que el cuerpo que ha
perdido sus signos vitales, no es mas que aquella vasija, nos es otra cosa que
un contenedor material de lo que verdaderamente nos hace ser seres conscientes,
seres que podemos continuar definiéndonos de ese modo, gracias a
que nunca dejamos de ser parte del Todo, de aquella Noosfera, de que nunca
dejamos de ser parte de la Mente Universal.
La muerte no existe.
No desaparecemos. El yo que nos representa en la vida terrenal no se extingue,
por mas triste que sea, y que estoy de acuerdo que lo es. Pero, la muerte, es
solo otro concepto más creado por el Hombre y para el Hombre, con el objetivo de
continuar manteniéndonos atados por una cadena psicológica más, y evitar que
nuestra conciencia vaya mas allá de nuestros límites terrenales… que se sienta
parte del Todo.
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