“Entre las consecuencias que ella podría comportar, está sobre todo ese fenómeno psíquico y místico de la formación de una egrégora en el seno de una asamblea de discípulos fervientes y unánimes, fenómeno que estaría en condiciones de elevar el espíritu de los participantes hasta una suerte de trascendencia que, gracias a su participación, multiplicaría las posibilidades de intuición y de comprensión.”
René Guenón.
Muchos habrán oído hablar del ampliamente conocido "Juego de la Copa", en el que, según el imaginario popular, un espíritu errante, -luego de una "correcta" invocación-, ocupa su interior para que responda a las preguntas que seres humanos le pudieren llegar a realizar. Un espíritu, dentro de una copa boca abajo, respondiendo preguntas. ¿Será posible?
Y en alusión a este mítico Juego de la Copa, primeramente voy a contar algo al respecto, algo que he vivenciado por mi mismo y que, desde luego confieso que fue una magnífica e inolvidable experiencia, todo ello en relación al tan intrigante y milenariamente debatido concepto del Egregor.
Este "Egregor" (que deriva del griego, Egregoroi) que quiere decir: velar, la palabra Egrégora también parte de la misma acepción con el objeto de darle entidad a una fuerza psíquica, mantenida como tal, gracias a las multiplicidades de energías físicas, mentales y emocionales que emanan desde dos o más individuos al momento de estar reunidos bajo un mismo techo y bajo una misma misión y visión. El Egregor, es una forma psíquica, que tiene una amplia relación con los distintos estados de conciencia humanos. Se compone como un "ser" eminentemente psíquico, que se genera como una supra-psiquis colectiva, y que se encuentra, entre, y por encima de las personas que la conforman debido a la proximidad física entre cada una de ellas. Este Egregor, logra ocupar un lugar físico más, entre el grupo, transmitiendo idénticas "vibraciones" psíquicas colectivas, a todos y cada uno de ellos por igual. Se define de la manera antedicha, gracias a la forma de pensar de los individuos del grupo, para lo cual, su condición positiva o negativa dependerá de la suma de todas las fuerzas psíquicas que son emanadas desde cada persona del grupo. Si dicha suma está compuesta por una mayoría de fuerzas psíquicas positivas, el Egregor, que condicionará a todo el grupo, será mayoritariamente positivo. Si todas las mentes del grupo se enfocan en pensamientos, gestos y palabras positivas, el Egregor será totalmente beneficioso y positivo para las decisiones que allí se tomen. Todo lo contrario, es obvio.
Por lo tanto, prosiguiendo con la idea central de este artículo, y que es la relación que pudiera llegar a tener el famoso Juego de la Copa con el enigmático Egregor, cuando yo tenía unos 17 años de edad, finalizando la escuela secundaria, nos reunimos entre unos 6 amigos y yo, para realizar algo que, por lo menos a mi, me cambiaría la forma de pensar respecto a que nuestro alcance mental solo se circunscriba al espacio intercraneal y nada más.
Nos reunimos alrededor de una mesa redonda, y por unas cuantas horas, hasta muy altas horas de la madrugada, realizamos brillantemente lo que se denomina: "El Juego de la Copa", que de seguro muchos de los lectores lo conocerán. El mismo consta simplemente de una copa dispuesta boca abajo ubicada en el centro de un círculo, formado éste por las letras del abecedario escritas en cuadrados pequeños de papel, todo dispuesto sobre dicha mesa. Solo 4 de los que estábamos allí, nos animamos a llevar a buen puerto el tan enigmático "juego". Y dicho y hecho, fue un juego tan maravilloso como asombroso.
Comenzamos disponiendo las yemas de nuestros dedos índices por sobre la base de la copa de cristal, base ésta que apuntaba hacia arriba. Y luego procedimos a formular una batería de preguntas en voz alta, acordadas todas entre las mentes que allí nos encontrábamos, sumadas ellas, a nuestros dedos puestos levemente sobre la copa.
Al principio no sucedía nada significativo, pero, a medida que pasaban los minutos comenzamos a ser espectadores de algo grandioso: la copa comenzaba a moverse, aunque todavía sin ninguna lógica aparente, representando solo un movimiento caótico.
Pero, a medida que intensificábamos las preguntas, -"dirigidas hacia la copa"-, y la concentración del grupo iba en aumento, -preguntas aquellas cuyas respuestas no eran conocidas por nadie de los allí presentes-, la copa, "empujada" levemente por los dedos índices de 4 de las personas que estábamos alrededor de la mesa redonda, comenzó a reemplazar el aparente caos previo, por un orden muy evidente, y que confieso, fue algo escalofriante al principio, al ir percibiendo un creciente orden por sobre el caos inicial, a medida que la copa comenzaba a responder, yendo y viniendo, de aquí para allá, tocando diferentes letras del circulo para luego conformar palabras completas, lógica y perfectamente relacionadas con las preguntas formuladas en grupo.
Cuantas más horas pasaban, la copa se movía más y mejor, en respuestas a las preguntas formuladas entre los allí presentes. A veces las respuestas no tenían ningún significado aparente para nadie, pero otro tanto de ellas, -la mayoría diría yo-, tenían una respuesta lógica.
Luego de varias horas, sabiendo que, aunque éramos 4 personas las que manteníamos los dedos suavemente apoyados sobre el borde circular externo de la base de la copa, -y por mas dolores debido al normal entumecimiento que se nos presentaban a cada instante-, el que se hubieren formado respuestas desprovistas de semántica, la sintaxis de las palabras construidas por la copa, siempre eran correctas, en todos los casos, salvo al principio como les detallaba.
Por otro lado, como nunca fui supersticioso, es más, todo lo contrario, quizás gracias a la nulidad respecto de darle lugar a las supersticiones por parte de mis familias paterna y materna, mi conclusión, privada y personal, es que fue aquella especie de conexión psíquica entre todos los que estábamos allí presentes, incluso, también para los demás que no tocaban la copa, siendo éstos, solo espectadores. Nunca pude darle entidad a esa conexión, hasta hace unos cuantos años atrás, leyendo sobre temas de psicología. Ahí mismo fue cuando pude atar cabos sueltos y formularme una respuesta a mi mismo sobre lo que allí había sucedido. Incluso con mi tío materno, charlamos en muchas oportunidades al respecto, ya que él mismo, cuando estudiaba, con sus compañeros realizaron lo mismo que nosotros, y con los mismos resultados detallados arriba.
Es evidente para mí, ahora, que lo que nos sucedió en dicha oportunidad, fue un claro ejemplo de aquella fuerza psíquica motora, creadora, vital, etérea y sincronizadora, denominada como: Egregor, en donde cada mente allí presente, estuvo conectada, o mas bien, entrelazada -como dice C. Jung en su libro: El hombre y sus símbolos-, con todas las demás psiques entre sí. La conciencia individual allí, pasó a ser una fuerte y poderosa conciencia colectiva que pudo materializar los pensamientos, transformándolos en movimientos inteligentes de una copa. Recordemos, "Mente sobre materia", y no se refiere solo a la frase "Mens sana, in corpore sano", sino que, nuestros pensamientos, como en esencia, están conformados por átomos, como sabrán, éstos átomos tienen masa, y yo pregunto: cuando algo con masa se pone en movimiento, ¿que sucede?, lo que sucede es que acciona sobre cosas que también tienen masa (la gravedad es producida por una partícula subatómica denominada Gravitón). Entonces, no debemos olvidar este principio. Suena algo místico, pero doy mi palabra de honor, de que lo contado aquí es tal como sucedió.
Entonces, me queda como un muy grato recuerdo aquella vivencia de haber sido parte activa, durante varias y cortas horas, de una mente colectiva, con hechos concretos actuando sobre la materia (la copa), para lo cual, nuestros 5 sentidos no fueron los que allí determinaron el buen término de dicho "juego", sino que, pienso yo, lo que prevaleció fue el tan enigmático, Egregor.
Nelson J. Ressio
Nelson J. Ressio
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