Hablando del sexo, en tanto que sexo procreador; y no en tanto que sexo meramente constituido como un acto sublime y placentero, es el único proceso –además de jugar un papel imprescindible en el bienestar físico, mental y emocional del ser humano– en que el hombre, en tanto que su universal, se asemeja a Dios, en lo que respecta a concebir a Dios como un Proceso Creador, Causal, Material y Primigenio.
No está demás aclarar que existen, por supuesto, otras actividades en las que el hombre se transforma en un auténtico Creador –llamémosle Dios– y que pueden ir desde el noble e importante acto de construir una pared, o unas columnas que soportarán a un edificio, previo diseño proveniente de otra mente Creadora, pasando por los dotes Creativos de un artista plástico, las hazañas de un actor el cual llega con su arte a la misma conciencia de su público, continuando por un escritor, que a través de sus libros, Crea mundos y realidades enteros a su antojo, y finalizando con el mas sublime e importante acto creador, que es el sexo, ya que si no hay creación por medio del sexo, las demás actividades Creativas del hombre, tampoco se darán. De esto último es de lo que trata este artículo.
Por lo tanto, al procrear, el ser humano –que no es mas que un mero efecto proveniente de una Causa Incognoscible mayor, denominada Dios, o también el mismísimo Todo– juega un rol extremadamente importante, no solo para la preservación y evolución de nuestra castigada especie, sino que también cumple con una "Delegación Divina" –proveniente desde aquella Causa Primigenia que yo concibo como Dios– llevándola a cavo de una manera repetida pero temporal, ya que, a través del sexo, los seres humanos –como así también los animales– nos transformamos en "Divinos Creadores", algunos en potencia, otros en hechos, pero Creadores al fin, o sea, en portadores temporales de un propósito –y aunque Dios es un Proceso caótico– yo lo expreso como Causal por excelencia, pudiendo resumir toda nuestra evolución de millones de años, a solo nueve meses de gestación. Incluso la palabra misma, Gestación, es sinónimo de Creación.
Nuestros hijos, son nuestros propios efectos, y nosotros, sus "Causas Divinas"... sus Creadores.
Como aquel Proceso Causal Primigenio, Dios, fue el que creo a todo lo que percibimos con nuestros sentidos... y mucho mas, y por ende, el que creó la necesidad de la atracción sexual con fines primordiales de preservación de las especies –y en consecuencia, las demás incumbencias agregadas y muy importantes, que le supo dar el ser humano, mas alguna que otra especie de simios– es que no se debe negar que el sexo es el mayor y mas importante Designio Divino Causal, transformando o delegando en nosotros, como sus efectos, la sublime tarea de convertirnos en nuevas Causas Gestadoras. Dios creó al hombre y por consiguiente, al sexo, por lo que el hombre, en tanto que su universal, se convierte automáticamente, ni mas ni menos, que en el mismísimo Proceso Creador Primigenio, y que es Dios, desde mi Deista y relativo punto de vista.
A través del sexo, como de las demás actividades del hombre, puedo decir que: "Dios es el espejo de nosotros y nosotros somos el espejo de Dios".
¡Si tendrá poder el sexo en nuestras vidas, que además de todo, es capaz de transportarnos, aunque sea por poco tiempo, a la altura misma de la Creación!... ¡a la altura de Dios!
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