Las
coincidencias existen, y vaya que si, ya que en el gran remolino de eventos
caóticos que sobrelleva esta Nave Nodriza, que es nuestra tierra, esos eventos
coincidentes, desde los mas simples hasta los mas complejos e inesperados, se
desencadenan en algún momento y lugar muy cercanos entre si; rozando con la
convergencia diría yo.
Pero, a
veces, esas coincidencias salen de lo común, de lo razonablemente acostumbrado,
y que todos los que la percibimos, lo hacemos colocándole, por lo menos al
principio, una mezcla de subjetividades y objetividades, pero por el solo hecho
de que esas “concurrencias de eventos” nos llaman poderosamente la atención por
la relación entre su cercanía temporal, su lugar y sus significados explícitos
e implícitos.
En este
caso, estoy hablando de dos eventos coincidentes y significativos para el mundo
entero, y que son la renuncia del Papa Benedicto XVI y la caída (aunque eléctricamente es una elevación) de un rayo justo sobre el pararrayos que se encuentra en la sima de la Cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Una
convergencia de dos eventos reveladores en un lugar revelador, teniendo estos
tres hitos, relaciones entre si.
Mas allá de
que la caída (o ascendencia hacia la nube) de un rayo sobre un pararrayos es un
acontecimiento predecible y hasta previsto de que así sea, el relámpago que “cayó”
sobre la Basílica de San Pedro, momentos después de la renuncia del Papa,
responde claramente a tres cosas; responde a dos sucesos y un lugar, al extremo
compatibles y muy demostrativos para la humanidad, ya que, según la Biblia, en el momento en el que Jesús murió en la Cruz, un rayo partió en dos la cúpula del
templo.
Con esto
podemos inferir que, si bien las coincidencias se dan todo el tiempo; las de
este tipo rayan con la intencionalidad, en lo que respecta al evento del rayo.
Por supuesto que alguien, al leer este párrafo, se le podrá ocurrir la palabra,
“conspiranóico” y está en todo su derecho, pero, dadas las circunstancias
actuales de la Iglesia Católica en su relación con el poder económico-político
mundial, y soportando a los anteriores entes, una tecnología que para muchos
sería Ciencia Ficción, esa palabra “conspiranóico”, desaparecería de un
plumazo. La tecnología, modifica nuestras realidades a diario, a veces sin
percibirlo y a veces a gran escala, pero solo una mirada objetiva puede
detectar el engaño.
Por lo
tanto, y en base a lo antedicho, mi visión respecto del evento del rayo sobre
la cúpula de San Pedro, en el Vaticano, supone un incidente que se escapa del
baúl de las casualidades, para incluirse de una manera casi indiscutible, en el
de las causalidades, debido a que, como expresa el sexto principio Hermético, “toda
causa tiene su efecto, todo efecto tiene su causa; la suerte no es más
que el nombre que se le da a una ley no reconocida…”, el rayo sobre el Vaticano, es la causa; y
las mentes dormidas, receptoras de este evento y encadenadas a un dogma, aferrado
este a no reconciliarse ni consigo mismo, y ni con la razón… son los efectos.
Además,
podemos inferir que ese rayo, ya sea real o virtual, conlleva un mensaje simbólico
al mundo entero. Pero, ¿Cuál será ese mensaje?, ¿Cómo lo interpretamos?, ¿Será el rayo de la iluminación que marca un comienzo de ese Nuevo Orden Mundial que tanto resuena por todos lados?, ¿O es el rayo de la condenación que marca la
Biblia?, y si es esto último, ¿Quién o que será condenado?
De todas
maneras, indudablemente la renuncia del Papa, el rayo posterior y el lugar en
donde ocurrieron los dos primeros eventos, o sea la Cúpula de la Basílica de
San Pedro; han generado en conjunto, sobre muchas personas dogmatizadas, un
efecto que los lleva a pensar que fue producto de la Divinidad; pero además, el
alimentar especulaciones e incredulidades en todo el mundo, en personas que
anteponen la razón por sobre el dogma.
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