Una mañana muy soleada y calurosa de verano en la denominada, "Tierra de la Libertad", se encontró Silos frente a frente con una persona, -de quien nadie conoce su nombre, y que solo se hace llamar públicamente: Stan-, el cual se corresponde con un ser humano muy respetado y valorado dentro de la comunidad en donde vive, además de ser muy conocido en todo el mundo por sus variados libros y discursos, debido a sus dotes intelectuales, elocuentes y adornados por una sabiduría expresada externamente a todas voces.
Silos, que es una persona muy aprehensiva hacia las mentes que emanan la Luz de la Sabiduría, -pero muy preocupado por las que no-, detuvo a Stan, -por medio de la cortesía que siempre lo caracteriza-, justo al pie de la estatua de un prócer en la plaza del centro de la ciudad, en el momento preciso en que uno se cruzaba junto al otro, -en las que ya son, sus infaltables caminatas matinales-. Y sin perder nada de tiempo, Silos, dotado de una sagacidad impecable a la hora de desenmascarar falsas virtudes, se valió de su muy elocuente Ironía Socrática, -a quién le ha dedicado bastantes horas de su vida a la comprensión de su filosofía- e invita previamente a Stan, y de una manera muy cortés, a que compartan juntos un momento de charla, sentados ambos en lo que es un gran banco de plaza, ensombrecido por el árbol mas frondoso del lugar.
El muy enigmático Silos, quién conocía muy bien los pensamientos del Sr. Stan, debido a su masiva divulgación mediática y de boca en boca en esa Tierra de la Libertad, comienza a hacerle algunas cuestiones respecto de una faceta de pensamiento muy particular que el Sr. Stan pregona en su constante y lucrativo peregrinar por clubes, teatros, invitaciones privadas, ciudades, países, y un largo etcétera.
La faceta de pensamiento de Stan, en la que Silos quería indagar, era nada mas y nada menos que respecto a las guerras que se suceden una tras otra en este mundo muy castigado, ya que Stan, -por alguna razón que Silos se propuso a desvelar-, está muy de acuerdo con el hecho de que éstas guerras se den periódicamente, lo que a Silos le produce un fuerte sentimiento de incomprensión -pero a la vez de curiosidad- hacia tal particular e inhumano pensamiento.
Sin perder tiempo, y luego de los saludos y presentaciones de rigor, Silos comienza a cuestionar a Stan, en directa relación a lo que a aquel le parecía que estaba totalmente equivocado en las apreciaciones de éste.
-Estimado Stan, he leído en uno de sus artículos, que usted afirma estar a favor de las guerras, ya que, según algunas de sus fundamentaciones, éstas traen luego, prosperidad y paz a los países participantes, y también al mundo entero ¿No cree usted que las guerras generan, por simple lógica consecuente, la paz, y que esa misma paz, obtenida con sangre, no es una paz verdadera, con lo que me lleva a afirmar, desde mi punto de vista, que si la guerra es condición necesaria para que haya paz, como la guerra es mala, entonces la paz también es mala? ¿No le parece?... y... discúlpeme, antes de que me responda lo anterior, no me olvido del crecimiento económico que usted también sostiene, en base al cual, espero que al final usted me exprese su pensamiento al respecto.
-Ningún problema, y... mire Sr. Silos, mi pensar respecto de las que son para mi, las muy necesarias guerras, es que, -y como usted muy bien me lo expresó recién-, aquellas traen un tiempo de paz y prosperidad a las civilizaciones de las postguerras; y aquí va mi respuesta concreta a su pregunta: y es que la paz en si misma, como un estado de seguridad nacional pleno, es consecuencia de lo que llamo yo, un reacomodo político, económico y militar de las naciones intervinientes, es un reajuste de sus diferencias que antes las mantenía separadas como naciones, naciones que deberían progresar juntas, y que luego de sus guerras, esa paz conseguida, es la que lleva a dichas naciones a hermanarse nuevamente y a que sus agendas políticas, económicas y militares se ajusten a la realidad de quien hizo la diferencia en la guerra precedente. Es como un ponerse de acuerdo, una reprogramación de las estructuras internas de varias naciones, a imagen y semejanza de las estructuras de la nación que ha logrado la paz... o sea, siendo mas específico, al país que ganó la guerra. ¿Le he podido clarificar sus dudas Sr. Silos? -pregunta ahora Stan inflado por el ego corriendo por sus venas.
-De ninguna manera estimado Stan, no me ha respondido en absoluto a lo que le acabo de preguntar, -contesta Silos con su voz algo enérgica.
-¿Y que parte no ha comprendido de la que fue, mi precisa y elocuente, creo yo, definición de la paz? -contesta Stan con una nueva pregunta y con el mismo ego.
-Mire estimado Stan, mi pregunta finalizó expresando que si la guerra es mala, la paz alcanzada luego de una guerra -o guerras- es tan mala como su impronta génesis violenta, ¿no le parece?
-Disculpe Sr. Silos, pero, que me quiso decir con su frase: impronta génesis violenta? -dudó Stan, a lo que Silos le responde por medio de una sensación de que el cuello se le comenzaba a hinchar.
-A las guerras estimado Stan... a las guerras... ¿no le parece que si las guerras son malas, la paz consecuente también será mala?
-La paz nunca es mala Sr. Silos, ¡me extraña su pregunta! La paz es paz, lisa y llanamente, en donde las instituciones del estado funcionan y los habitantes gozan de un regreso triunfal a un estado de tranquilidad, seguridad y renovación total de sus vidas, junto a un gran avance económico, ¿está de acuerdo conmigo ahora, Sr. Silos? -responde y a la vez pregunta el muy extrovertido Stan.
-No, sigo sin concordar con usted estimado Stan, ya que un estado de tranquilidad, seguridad y de renovación institucional y económico, alcanzado gracias a la muerte de cientos de miles de personas de todas las edades y sexos, quedan totalmente anulados por la simple razón de que éstas tres supuestas virtudes consecuentes de las guerras que nombré antes; y que usted afirma que son como efectos sine qua non de una causa mayor, y que son dichas guerras; se encuentran manchadas con la sangre derramada inútilmente, por lo tanto, su pensar me lleva a concluir que usted no cree entonces, que las guerras sean malas, ¿no? -inquiere Silos-
-A ver Sr. Silos, creo que no me entendió lo que quise decir, pero antes le respondo... por supuesto que las guerras son malas, ojalá que nunca hubiera ningún tipo de guerras, y que las naciones crezcan bajo aquellas tres virtudes, -que usted y yo nombramos-, y que lo hagan por si mismas, por la propia evolución de su inherente estructura estatal y soberana, pero por desgracia la realidad es otra. Las guerras son necesarias para traer la paz, y es cierto lo que usted dice, se obtiene con sangre, pero luego todo se renueva... ¡absolutamente todo! -responde Stan por medio de una voz no tan cargada del ego como lo era hace unos momentos atrás-
-Y volvemos a lo mismo estimado Stan, usted lo dijo y concuerda conmigo que las guerras son malas, por lo que, ¿no le parece un desprendimiento lógico el pensar que el producto generado por algo, tiene el sello creador de ese algo?... que, por ejemplo, ¿el producto llamado dulce de durazno, generado principalmente con durazno, tiene el sello esencial del propio durazno? -le vuelve a preguntar Silos.
-Si, por supuesto Sr. Silos, el dulce de durazno se lo obtiene con duraznos... pero... a donde quiere usted llegar con...
-Entonces estimado Stan, si usted piensa que la paz es el producto de las guerras, -como así lo es el dulce de durazno, el cual es consecuencia del durazno-, y al mismo tiempo usted acepta que la guerra es mala, como me lo expresó muy convencido anteriormente, ¿no cree que la paz, si o si, también es mala? -repregunta lo mismo, y a la vez juega Silos con las palabras, comenzando a disfrutar la pronta caída de una de las primeras máscaras de una supuesta sabiduría de parte de Stan.
-Mire Sr. Silos, me esta usted confundiendo, o no me está entendiendo... lo que quiero decirle es que, mis muchos años participando de aquellos procesos renovadores, sumados a la alta calidad de estudios que he recibido en la universidad mas cara de la Tierra de la Libertad, y del mundo entero, estoy en condiciones de superioridad intelectual para con usted, en este tema, como para no dejar dudas al respecto... y además...
-¿Le gusta el dulce de durazno estimado Stan? -interrumpe Silos, como si aquel no hubiera expresado nada.
-¿Como dice? -responde sorprendido y a la vez que vuelve a desinflarsele el ego, el cual había remontado un poco con la perolata sectaria anterior.
-¡Que si le gusta el dulce de durazno!
-¡Por supuesto que me gusta!, ¿pero de nuevo lo quiere relacionar con la paz Sr. Silos?... escúcheme, no tengo tiemp...
-A mi también me gusta el dulce de durazno, ya que lo hacen con pura pulpa de ese tan sublime producto de la naturaleza ¿no?, por eso, ¿no cree usted estimado Stan, que si al dulce de durazno; que tanto a usted como a mí, nos gusta, algún día lo llegan a fabricar con duraznos transgénicos y madurados apresuradamente en cámaras de frío, el producto final será como su propia génesis? -interrumpe y a la vez pregunta rápidamente, ya que Silos percibió en Stan una tendencia a renunciar a la charla.
-¡Pero por supuesto, entiendo a lo que quiere llegar!... el dulce de durazno será horrible... ¡incomible diría yo!... un muy mal producto... pero no entiendo su...
-Entonces, ¿continúa usted pensando, estimado Stan, que la paz consecuente de las guerras, -así como el dulce de durazno de mala calidad, producido con frutos de mala calidad-, es buena? ¿Lo malo es bueno Sr. Stan?, ya que usted estuvo de acuerdo conmigo que la guerra es mala... ¿Lo malo es bueno Sr. Stan? -agudiza Silos la ironía en sus preguntas, a lo que Stan responde con el ego por el piso, la careta de la sabiduría partida al medio y con un sentimiento de inseguridad precedido de una exterminada autoestima.
-Pero... pero... mire... le digo Sr., eh... Sr.,...
-¡Silos!
-Sr. Silos, mire, ¡no entiendo como usted me puede hacer una pregunta como la de recién, de que si lo malo es bueno!... ¡es ilógica su pregunta!
-La lógica no tiene mucho que ver aquí estimado Stan, pero sí lo tiene el sentido común, por eso es que solo le pregunté si el producto de algo malo, será un buen producto. Nada mas. ¿Todavía lo piensa de esa manera? -responde y al mismo momento pregunta Silos.
-Pero, por supuesto que el producto de algo malo es también malo... el prod...
-¿Usted está casado estimado Stan? -interrumpe nuevamente Silos con su acostumbrada calidad de inmutabilidad hacia el entrevistado, hasta tanto éste no entre en razón.
-¡Si Silos!, ¡pero no me interrumpa cuando estoy respondiendo a sus apuradas preguntas por favor!... sí, estoy felizmente casado y tengo tres hijos hermosos... ¿por que lo preg...
-¿Ver todos los días a sus hijos es muy bueno, no estimado Stan? -interrumpe nuevamente Silos apuntando ahora a sus sentimientos.
-¡¡¡Como no va a ser bueno ver a mis hijos todos los días!!! por el amor de Dios Sr. Silos, ¡¡¡me está usted faltando el respeto!!! -responde Stan al borde del colapso nervioso.
-Mil disculpas estimado Stan, no fue esa mi intención, solo quería confirmar que para usted, tener una buena familia no sea malo... por lo tanto, compartir un buen desayuno en familia, degustando unas ricas tostadas untadas con un muy buen dulce de durazno, hecho con muy buenos frutos, para usted debe ser algo impagable ¿no?, algo muy bueno ¿no?
-Pero claro que es muy bueno Sr. Silos...y me va a disculpar, pero se me hace tarde para asistir a una charla que daré en el teatr...
-¿Entonces me imagino que ahora tendrá otra perspectiva? -le corta Silos de manera abrupta el nuevo intento de huida de Stan.
-¡¡¡¿¿¿Con respecto a que???!!!
-A que lo malo, realmente no es bueno, estimado Stan.
-¡¡¡Por supuesto que lo malo no es bueno!!!... ¿donde se ha visto que algo malo sea bueno Sr. Silos?... ¡usted me confunde!
-Para nada estimado Stan, solo quería verificar que usted piense que si lo malo no es bueno, que lo relacione con su familia y con el dulce de durazno... ¡nada mas! ¿Podrá hacerlo?
-¡¿Hacer que?! -responde perdido y dubitativo Stan.
-Lo que le decía, ¿lo malo es bueno? ¿el durazno malo produce un dulce bueno? ¿una mala familia genera felicidad en el hogar?
Para estas alturas el psicológicamente exterminado experto de la vida y sabio de los sabios, y muchas otras cosas mas, Stan, se había olvidado del tema troncal que por el cual Silos lo había invitado a sentarse para desenmascarar la hipocresía el ego y la falta de humildad de un ser que creía tener todo eso... y mucho mas.
-¡Lo malo es malo Sr. Silos!, aquí y en Marte... ¿como puede pensar de esa manera?... el dulce de durazno será malo si lo fabrican con duraznos de mala calidad... y una familia mala -y que no es mi caso gracias a Dios- para nada será espectadora de un ámbito de paz hogareña... ¡no lo dude Sr. Silos!... lo bueno solo se consigue con buenas cosas, la felicidad familiar solo se consigue con haber formado una buena familia... -y con cada frase que se sucedía, el nivel de ego aumentaba despacito en el Sr. Stan, pero ello no duraría mucho, a lo que prosiguió diciéndole a Silos- y no se imagina la tranquilidad y la paz que reina en mi casa... cuando yo llego es como entrar en el paraíso... mi señora me recibe con unas dulces palabras, mas un igual de dulce y largo beso de bienvenida... como si hubiera estado fuera por meses... mis hijos me rodean con sus abrazos y me saludan muy alegres y jolgoriosos... la verdad que me siento un rey en mi casa... el sentirme tan atendido por mi familia me genera una gran y sublime paz interior... algo que en muchas familias no lo he visto por desgracias... pero... mire Silos... si...
-¿Entonces esa paz familiar de la que usted es galardonado, es muy buena, no estimado Stan? -interrumpe justamente antes de que el ego de Stan retornara nuevamente a su estado inicial.
-¡Totalmente Sr. Silos!... el hecho de que estén todos pendientes de mí, es una sensac...
-Por lo tanto, estimado Stan, ¿usted concuerda conmigo entonces, de que la paz en el hogar, -que ya sabemos que es una muy buena virtud en las familias-, proviene de una buena génesis?... como por ejemplo, que usted sea un buen padre y esposo, y del mismo modo su esposa... y que sus hijos sean cada vez mas conscientes de las realidades intra y extra familiares, de modo de que sean unos buenos ejemplos de hijos... ¿no le parece? -interrumpe y pregunta Silos nuevamente-
-Pero es claro que concuerdo con usted Sr. Silos, lo bueno que tienen los integrantes de mi familia se traslada a que haya una buena paz familiar... si, si, por supuesto Sr. Silos, y le digo mas... lo...
-Entonces estimado Stan, ¿las guerras, de las que concordamos usted y yo, de que son malas, generan una paz que es buena?... disculpe que lo corte y le pregunte nuevamente, pero estoy volviendo a mi interés inicial, sobre sus opiniones públicas respecto de que las guerras son necesarias, y por consiguiente, la paz consecuente es una gran virtud para los pueblos que participaron en dichas guerras. -pregunta Silos volviendo de a poco a la gran pregunta inicial y con una aparente condescendencia con su entrevistado, para que éste no intente escaparse nuevamente.
-¡Pero Sr. Silos! si todo esto lo hizo para que yo cambie de parecer respecto de mi gran conocimiento sobre el mundo que me rodea está usted equivocad...
-¿Me confirma usted entonces que, malos integrantes de una familia, traerán paz y felicidad en el hogar? ¿Aquellos, cree usted que traerán orden en las estructuras funcionales de la organización hogareña? ¿Lo malo sigue siendo bueno para usted estimado Stan? ¿Aquella paz, -ya sea familiar, o extendida a millones de familias de varios países- conseguida a consecuencia de las guerras-, es buena entonces? -remata Silos por medio de este derechazo psicológico directo a la frente de Stan, logrando de esta manera, confundirlo en sus propias ideas.
-Pero Sr. Silos, por supuesto que la paz conseguida a consecuencia de las guerras es algo ma...... ehh!!!... quise decir que la paz... es necesaria manten...
-No prosiga estimado Stan, ya obtuve la respuesta de lo que realmente usted, en lo profundo de su ser; y a modo de un acto fallido del cual yo esperaba que usted cometiera; piensa de la paz conseguida a consecuencia de la guerra... ya no piense mas... y puedo afirmar con bastante certeza, que usted, en este mismo instante, se encuentra reconociendo internamente su error conceptual, pero tendrá que hacer un esfuerzo en dejar su ego de lado y reconocérmelo a mi primero, en estos momentos, pero luego, a todos los demás seguidores suyos que fueron convencidos con sus erróneos principios de que lo malo es bueno.
Aunque la sombra del frondoso y centenario árbol que tenían sobre sus cabezas, continuaba estando casi en su lugar, -además de ser muy densa-, no así el calor, que sumado al mal momento y a la desenmascarada psicológica que sufrió Stan a manos de Silos, la transpiración no dejaba de brotarle por su frente, espalda y pecho. Su pantalón ya comenzaba a cambiar de color debido a que el sudor ya lo tenía totalmente rodeado. Por primera vez en su vida, Stan sintió la equivocación de su propia pseudo sabiduría en carne propia. Se había dado cuenta de que, lo que él hace años venía afirmando con absoluta convicción, estaba totalmente equivocado. Y en ese mismo instante, -ego al costado y humildad al frente-, tuvo que aceptar la realidad a la que el Sr. Silos lo había transportado, ya que no hay paz verdadera ni pura, cuando proviene de una guerra. La paz verdadera es la que proviene de las propias virtudes colectivas del pueblo que las portan. La paz es buena porque el pueblo, el ser humano en general, es bueno. La paz nunca será buena con un pueblo mayoritariamente malo. La paz, solo es paz, si y solo si, proviene de los hombres libres y de buenas costumbres. La paz, solo es paz, si y solo si, es un producto de mentes despojadas de todo fanatismo, egos, hipocresías y vicios. La paz es paz, si y solo si, jamás jamás jamás, las guerras las precedan.
El señor Stan, totalmente desbastado por este momento de regreso abrupto a la realidad y al sentido común, y por medio del poco aliento intelectual que le resta, le expresa las siguientes palabras a su hábil interrogador, llamado Silos:
-Sr. Silos, es evidente que usted me ha hecho ver una realidad que hasta hace unos minutos atrás no la veía, incluso, he llegado a afirmar todo lo contrario a lo que hoy, por medio de sus preguntas, me ha hecho ver, y es que casi toda mi vida de conferencista, mi ego y mi falta de humildad, no me han dejado ver una realidad que tenía frente a mis ojos, y que es... bueno... lo que los dos ya sabemos... aunque siento que me ha liberado de algo que por mucho tiempo no lograba darme cuenta, y era esta forma de pensar respecto de la guerra y de la paz consecuente... y le digo mas, cada vez que acepto esta realidad, veo como a través de la mascara de una elocuente eminencia, no he sido nada mas que un simple ignorante, de entre tantos... pero... no se preocupe, me lo merezco... merezco este brusco golpe con la realidad que usted me propinó, lo merezco realmente, ya que no me imagino que hubiera sido de mi familia y de mí, si yo continuara sosteniendo lo que por sentido común era insostenible... incluso, le digo mas, muchas personas me han querido convencer de lo mismo, pero solo usted tuvo el poder de hacerlo, ya que pudo conseguir, con sus preguntas, que yo mismo extraiga de mis propios pensamientos, la realidad... las respuestas estuvieron siempre dentro mio, pero nadie de los que me querían convencer, al igual que usted, de que yo estaba equivocado, lo ha logrado, por el simple hecho de que únicamente usted me supo encaminar en el sentido de que yo mismo llegue a las respuestas que hoy me permitieron poder mirar, en lugar de ver... por ello, reconociendo mi ego y mi falta de humildad, usted ha descubierto en lo que hasta hace un rato era un supuesto sabio, a un perfecto ignorante, ya que, el que yo afirmara que la guerra es buena debido a que trae paz y tiempos de progreso a los países, y hasta al mundo entero, ahora me doy cuenta de que simplemente no deben haber guerras... y cada vez que pasa el tiempo en el que le expreso estas palabras, y viendo además que usted me está escuchando pacientemente, me doy cuenta del porque se ha generado en mí, esta brutal ignorancia que hoy descubro, enmascarada de sabiduría, y es que en mi mente no tengo ideales... mas bien tengo ideologías... ideologías que algunos le ponen el nombre de "Nuevo liberalismo", una voraz ideología contraria al verdadero Liberalismo, que intenta por todos los medios posibles; y que ahora ato cavos de que uno de ellos es la guerra; achicar a los estados en demasía, y aunque no estoy en contra de las corporaciones, estoy en contra de que estas corporaciones estén dogmatizadas por la deshumanizada diosa mercado, exaltando los egos humanos, constantemente, y que las cuales se queden con ciertos organismos estatales, que son muy imprescindibles para que una región de este planeta, tenga paz y abundancia... ahora entiendo Sr. Silos, ahora comprendo que mal he hecho a mucha gente cambiándole su forma de pensar... deberé redimirme... esa será mi gran sabiduría, mi gran humildad... mi verdadera máscara... ese seré yo mismo... ese será, de ahora en más, mi deber para con la sociedad... va a ser difícil porque deberé responder muchas preguntas respecto de este abrupto cambio, pero, no me importa, seré humilde y diré a todo el mundo que un tal Silos, me ha hecho ver la realidad de lo que siempre he afirmado contrariamente... y... y... espera Silos... no solo me has hecho ver la realidad de la paz y la guerra, sino que también, has hecho extraer de mí, virtudes que antes no las tenía a flor de piel, reconocer falencias que antes ni me percataba de que estaba equivocado... es más Silos... mientras me sigues escuchando pacientemente y en silencio, reconozco que mi ideología del hiperconsumo, del mundo light consumidor y materialista se ha esfumado de un plumazo... y todas estas palabras de reflexión que están saliendo de mí, en estos momentos, no son mas que buenos productos del efecto Silos... y siento humildemente que debo agradecértelo Silos, disculpa que ahora te tutee, pero quedaré agradecido de por vida... me has dado una lección que nunca olvidaré -finalizó Stan su largas y últimas frases de reconocimiento de su ignorancia.
-Estimado Stan, no me tienes que agradecer, y te soy sincero, no lo he hecho por ti, lo he hecho por las miles de mentes que podrías continuar afectando erróneamente en el futuro por medio de tu tan descabellada ideología... lo he hecho porque te sigo desde hace tiempo y estaba esperando la oportunidad de hacerte ver la realidad, de la cual me alegra de que te hayas percatado y de que ahora hayas decidido redimirte con tu público seguidor... nunca olvides Stan que el primer paso hacia la sabiduría es reconocer nuestra propia ignorancia... ¡y tu lo has hecho!... y que de ahora en más, las virtudes que hoy han emanado de tu interior, no se escondan nuevamente... no dejes que eso pase, y recuerda que el hábito es el único método que tiene el ser humano de fijar en su mente un proceso repetitivo psicológico, para no dejarlo de hacer nunca, y valerse de él en el momento en que sea necesario.
-Silos, querido, y ya no te llamaré más Sr. Silos, déjame tu teléfono, ya que serás el invitado de honor a mis conferencias para que observes en primera fila, no a un tal Stan redimiéndose de su ignorancia y hablando de su nueva y realista forma de pensar, sino que verás el producto de tu propio accionar sobre mí... veras un humilde efecto de una gran causa que eres tú, mi nuevo amigo Silos... no me verás a mi, sino que verás, lo que tu has hecho de mi.
Nelson J. Ressio.
Silos, que es una persona muy aprehensiva hacia las mentes que emanan la Luz de la Sabiduría, -pero muy preocupado por las que no-, detuvo a Stan, -por medio de la cortesía que siempre lo caracteriza-, justo al pie de la estatua de un prócer en la plaza del centro de la ciudad, en el momento preciso en que uno se cruzaba junto al otro, -en las que ya son, sus infaltables caminatas matinales-. Y sin perder nada de tiempo, Silos, dotado de una sagacidad impecable a la hora de desenmascarar falsas virtudes, se valió de su muy elocuente Ironía Socrática, -a quién le ha dedicado bastantes horas de su vida a la comprensión de su filosofía- e invita previamente a Stan, y de una manera muy cortés, a que compartan juntos un momento de charla, sentados ambos en lo que es un gran banco de plaza, ensombrecido por el árbol mas frondoso del lugar.
El muy enigmático Silos, quién conocía muy bien los pensamientos del Sr. Stan, debido a su masiva divulgación mediática y de boca en boca en esa Tierra de la Libertad, comienza a hacerle algunas cuestiones respecto de una faceta de pensamiento muy particular que el Sr. Stan pregona en su constante y lucrativo peregrinar por clubes, teatros, invitaciones privadas, ciudades, países, y un largo etcétera.
La faceta de pensamiento de Stan, en la que Silos quería indagar, era nada mas y nada menos que respecto a las guerras que se suceden una tras otra en este mundo muy castigado, ya que Stan, -por alguna razón que Silos se propuso a desvelar-, está muy de acuerdo con el hecho de que éstas guerras se den periódicamente, lo que a Silos le produce un fuerte sentimiento de incomprensión -pero a la vez de curiosidad- hacia tal particular e inhumano pensamiento.
Sin perder tiempo, y luego de los saludos y presentaciones de rigor, Silos comienza a cuestionar a Stan, en directa relación a lo que a aquel le parecía que estaba totalmente equivocado en las apreciaciones de éste.
-Estimado Stan, he leído en uno de sus artículos, que usted afirma estar a favor de las guerras, ya que, según algunas de sus fundamentaciones, éstas traen luego, prosperidad y paz a los países participantes, y también al mundo entero ¿No cree usted que las guerras generan, por simple lógica consecuente, la paz, y que esa misma paz, obtenida con sangre, no es una paz verdadera, con lo que me lleva a afirmar, desde mi punto de vista, que si la guerra es condición necesaria para que haya paz, como la guerra es mala, entonces la paz también es mala? ¿No le parece?... y... discúlpeme, antes de que me responda lo anterior, no me olvido del crecimiento económico que usted también sostiene, en base al cual, espero que al final usted me exprese su pensamiento al respecto.
-Ningún problema, y... mire Sr. Silos, mi pensar respecto de las que son para mi, las muy necesarias guerras, es que, -y como usted muy bien me lo expresó recién-, aquellas traen un tiempo de paz y prosperidad a las civilizaciones de las postguerras; y aquí va mi respuesta concreta a su pregunta: y es que la paz en si misma, como un estado de seguridad nacional pleno, es consecuencia de lo que llamo yo, un reacomodo político, económico y militar de las naciones intervinientes, es un reajuste de sus diferencias que antes las mantenía separadas como naciones, naciones que deberían progresar juntas, y que luego de sus guerras, esa paz conseguida, es la que lleva a dichas naciones a hermanarse nuevamente y a que sus agendas políticas, económicas y militares se ajusten a la realidad de quien hizo la diferencia en la guerra precedente. Es como un ponerse de acuerdo, una reprogramación de las estructuras internas de varias naciones, a imagen y semejanza de las estructuras de la nación que ha logrado la paz... o sea, siendo mas específico, al país que ganó la guerra. ¿Le he podido clarificar sus dudas Sr. Silos? -pregunta ahora Stan inflado por el ego corriendo por sus venas.
-De ninguna manera estimado Stan, no me ha respondido en absoluto a lo que le acabo de preguntar, -contesta Silos con su voz algo enérgica.
-¿Y que parte no ha comprendido de la que fue, mi precisa y elocuente, creo yo, definición de la paz? -contesta Stan con una nueva pregunta y con el mismo ego.
-Mire estimado Stan, mi pregunta finalizó expresando que si la guerra es mala, la paz alcanzada luego de una guerra -o guerras- es tan mala como su impronta génesis violenta, ¿no le parece?
-Disculpe Sr. Silos, pero, que me quiso decir con su frase: impronta génesis violenta? -dudó Stan, a lo que Silos le responde por medio de una sensación de que el cuello se le comenzaba a hinchar.
-A las guerras estimado Stan... a las guerras... ¿no le parece que si las guerras son malas, la paz consecuente también será mala?
-La paz nunca es mala Sr. Silos, ¡me extraña su pregunta! La paz es paz, lisa y llanamente, en donde las instituciones del estado funcionan y los habitantes gozan de un regreso triunfal a un estado de tranquilidad, seguridad y renovación total de sus vidas, junto a un gran avance económico, ¿está de acuerdo conmigo ahora, Sr. Silos? -responde y a la vez pregunta el muy extrovertido Stan.
-No, sigo sin concordar con usted estimado Stan, ya que un estado de tranquilidad, seguridad y de renovación institucional y económico, alcanzado gracias a la muerte de cientos de miles de personas de todas las edades y sexos, quedan totalmente anulados por la simple razón de que éstas tres supuestas virtudes consecuentes de las guerras que nombré antes; y que usted afirma que son como efectos sine qua non de una causa mayor, y que son dichas guerras; se encuentran manchadas con la sangre derramada inútilmente, por lo tanto, su pensar me lleva a concluir que usted no cree entonces, que las guerras sean malas, ¿no? -inquiere Silos-
-A ver Sr. Silos, creo que no me entendió lo que quise decir, pero antes le respondo... por supuesto que las guerras son malas, ojalá que nunca hubiera ningún tipo de guerras, y que las naciones crezcan bajo aquellas tres virtudes, -que usted y yo nombramos-, y que lo hagan por si mismas, por la propia evolución de su inherente estructura estatal y soberana, pero por desgracia la realidad es otra. Las guerras son necesarias para traer la paz, y es cierto lo que usted dice, se obtiene con sangre, pero luego todo se renueva... ¡absolutamente todo! -responde Stan por medio de una voz no tan cargada del ego como lo era hace unos momentos atrás-
-Y volvemos a lo mismo estimado Stan, usted lo dijo y concuerda conmigo que las guerras son malas, por lo que, ¿no le parece un desprendimiento lógico el pensar que el producto generado por algo, tiene el sello creador de ese algo?... que, por ejemplo, ¿el producto llamado dulce de durazno, generado principalmente con durazno, tiene el sello esencial del propio durazno? -le vuelve a preguntar Silos.
-Si, por supuesto Sr. Silos, el dulce de durazno se lo obtiene con duraznos... pero... a donde quiere usted llegar con...
-Entonces estimado Stan, si usted piensa que la paz es el producto de las guerras, -como así lo es el dulce de durazno, el cual es consecuencia del durazno-, y al mismo tiempo usted acepta que la guerra es mala, como me lo expresó muy convencido anteriormente, ¿no cree que la paz, si o si, también es mala? -repregunta lo mismo, y a la vez juega Silos con las palabras, comenzando a disfrutar la pronta caída de una de las primeras máscaras de una supuesta sabiduría de parte de Stan.
-Mire Sr. Silos, me esta usted confundiendo, o no me está entendiendo... lo que quiero decirle es que, mis muchos años participando de aquellos procesos renovadores, sumados a la alta calidad de estudios que he recibido en la universidad mas cara de la Tierra de la Libertad, y del mundo entero, estoy en condiciones de superioridad intelectual para con usted, en este tema, como para no dejar dudas al respecto... y además...
-¿Le gusta el dulce de durazno estimado Stan? -interrumpe Silos, como si aquel no hubiera expresado nada.
-¿Como dice? -responde sorprendido y a la vez que vuelve a desinflarsele el ego, el cual había remontado un poco con la perolata sectaria anterior.
-¡Que si le gusta el dulce de durazno!
-¡Por supuesto que me gusta!, ¿pero de nuevo lo quiere relacionar con la paz Sr. Silos?... escúcheme, no tengo tiemp...
-A mi también me gusta el dulce de durazno, ya que lo hacen con pura pulpa de ese tan sublime producto de la naturaleza ¿no?, por eso, ¿no cree usted estimado Stan, que si al dulce de durazno; que tanto a usted como a mí, nos gusta, algún día lo llegan a fabricar con duraznos transgénicos y madurados apresuradamente en cámaras de frío, el producto final será como su propia génesis? -interrumpe y a la vez pregunta rápidamente, ya que Silos percibió en Stan una tendencia a renunciar a la charla.
-¡Pero por supuesto, entiendo a lo que quiere llegar!... el dulce de durazno será horrible... ¡incomible diría yo!... un muy mal producto... pero no entiendo su...
-Entonces, ¿continúa usted pensando, estimado Stan, que la paz consecuente de las guerras, -así como el dulce de durazno de mala calidad, producido con frutos de mala calidad-, es buena? ¿Lo malo es bueno Sr. Stan?, ya que usted estuvo de acuerdo conmigo que la guerra es mala... ¿Lo malo es bueno Sr. Stan? -agudiza Silos la ironía en sus preguntas, a lo que Stan responde con el ego por el piso, la careta de la sabiduría partida al medio y con un sentimiento de inseguridad precedido de una exterminada autoestima.
-Pero... pero... mire... le digo Sr., eh... Sr.,...
-¡Silos!
-Sr. Silos, mire, ¡no entiendo como usted me puede hacer una pregunta como la de recién, de que si lo malo es bueno!... ¡es ilógica su pregunta!
-La lógica no tiene mucho que ver aquí estimado Stan, pero sí lo tiene el sentido común, por eso es que solo le pregunté si el producto de algo malo, será un buen producto. Nada mas. ¿Todavía lo piensa de esa manera? -responde y al mismo momento pregunta Silos.
-Pero, por supuesto que el producto de algo malo es también malo... el prod...
-¿Usted está casado estimado Stan? -interrumpe nuevamente Silos con su acostumbrada calidad de inmutabilidad hacia el entrevistado, hasta tanto éste no entre en razón.
-¡Si Silos!, ¡pero no me interrumpa cuando estoy respondiendo a sus apuradas preguntas por favor!... sí, estoy felizmente casado y tengo tres hijos hermosos... ¿por que lo preg...
-¿Ver todos los días a sus hijos es muy bueno, no estimado Stan? -interrumpe nuevamente Silos apuntando ahora a sus sentimientos.
-¡¡¡Como no va a ser bueno ver a mis hijos todos los días!!! por el amor de Dios Sr. Silos, ¡¡¡me está usted faltando el respeto!!! -responde Stan al borde del colapso nervioso.
-Mil disculpas estimado Stan, no fue esa mi intención, solo quería confirmar que para usted, tener una buena familia no sea malo... por lo tanto, compartir un buen desayuno en familia, degustando unas ricas tostadas untadas con un muy buen dulce de durazno, hecho con muy buenos frutos, para usted debe ser algo impagable ¿no?, algo muy bueno ¿no?
-Pero claro que es muy bueno Sr. Silos...y me va a disculpar, pero se me hace tarde para asistir a una charla que daré en el teatr...
-¿Entonces me imagino que ahora tendrá otra perspectiva? -le corta Silos de manera abrupta el nuevo intento de huida de Stan.
-¡¡¡¿¿¿Con respecto a que???!!!
-A que lo malo, realmente no es bueno, estimado Stan.
-¡¡¡Por supuesto que lo malo no es bueno!!!... ¿donde se ha visto que algo malo sea bueno Sr. Silos?... ¡usted me confunde!
-Para nada estimado Stan, solo quería verificar que usted piense que si lo malo no es bueno, que lo relacione con su familia y con el dulce de durazno... ¡nada mas! ¿Podrá hacerlo?
-¡¿Hacer que?! -responde perdido y dubitativo Stan.
-Lo que le decía, ¿lo malo es bueno? ¿el durazno malo produce un dulce bueno? ¿una mala familia genera felicidad en el hogar?
Para estas alturas el psicológicamente exterminado experto de la vida y sabio de los sabios, y muchas otras cosas mas, Stan, se había olvidado del tema troncal que por el cual Silos lo había invitado a sentarse para desenmascarar la hipocresía el ego y la falta de humildad de un ser que creía tener todo eso... y mucho mas.
-¡Lo malo es malo Sr. Silos!, aquí y en Marte... ¿como puede pensar de esa manera?... el dulce de durazno será malo si lo fabrican con duraznos de mala calidad... y una familia mala -y que no es mi caso gracias a Dios- para nada será espectadora de un ámbito de paz hogareña... ¡no lo dude Sr. Silos!... lo bueno solo se consigue con buenas cosas, la felicidad familiar solo se consigue con haber formado una buena familia... -y con cada frase que se sucedía, el nivel de ego aumentaba despacito en el Sr. Stan, pero ello no duraría mucho, a lo que prosiguió diciéndole a Silos- y no se imagina la tranquilidad y la paz que reina en mi casa... cuando yo llego es como entrar en el paraíso... mi señora me recibe con unas dulces palabras, mas un igual de dulce y largo beso de bienvenida... como si hubiera estado fuera por meses... mis hijos me rodean con sus abrazos y me saludan muy alegres y jolgoriosos... la verdad que me siento un rey en mi casa... el sentirme tan atendido por mi familia me genera una gran y sublime paz interior... algo que en muchas familias no lo he visto por desgracias... pero... mire Silos... si...
-¿Entonces esa paz familiar de la que usted es galardonado, es muy buena, no estimado Stan? -interrumpe justamente antes de que el ego de Stan retornara nuevamente a su estado inicial.
-¡Totalmente Sr. Silos!... el hecho de que estén todos pendientes de mí, es una sensac...
-Por lo tanto, estimado Stan, ¿usted concuerda conmigo entonces, de que la paz en el hogar, -que ya sabemos que es una muy buena virtud en las familias-, proviene de una buena génesis?... como por ejemplo, que usted sea un buen padre y esposo, y del mismo modo su esposa... y que sus hijos sean cada vez mas conscientes de las realidades intra y extra familiares, de modo de que sean unos buenos ejemplos de hijos... ¿no le parece? -interrumpe y pregunta Silos nuevamente-
-Pero es claro que concuerdo con usted Sr. Silos, lo bueno que tienen los integrantes de mi familia se traslada a que haya una buena paz familiar... si, si, por supuesto Sr. Silos, y le digo mas... lo...
-Entonces estimado Stan, ¿las guerras, de las que concordamos usted y yo, de que son malas, generan una paz que es buena?... disculpe que lo corte y le pregunte nuevamente, pero estoy volviendo a mi interés inicial, sobre sus opiniones públicas respecto de que las guerras son necesarias, y por consiguiente, la paz consecuente es una gran virtud para los pueblos que participaron en dichas guerras. -pregunta Silos volviendo de a poco a la gran pregunta inicial y con una aparente condescendencia con su entrevistado, para que éste no intente escaparse nuevamente.
-¡Pero Sr. Silos! si todo esto lo hizo para que yo cambie de parecer respecto de mi gran conocimiento sobre el mundo que me rodea está usted equivocad...
-¿Me confirma usted entonces que, malos integrantes de una familia, traerán paz y felicidad en el hogar? ¿Aquellos, cree usted que traerán orden en las estructuras funcionales de la organización hogareña? ¿Lo malo sigue siendo bueno para usted estimado Stan? ¿Aquella paz, -ya sea familiar, o extendida a millones de familias de varios países- conseguida a consecuencia de las guerras-, es buena entonces? -remata Silos por medio de este derechazo psicológico directo a la frente de Stan, logrando de esta manera, confundirlo en sus propias ideas.
-Pero Sr. Silos, por supuesto que la paz conseguida a consecuencia de las guerras es algo ma...... ehh!!!... quise decir que la paz... es necesaria manten...
-No prosiga estimado Stan, ya obtuve la respuesta de lo que realmente usted, en lo profundo de su ser; y a modo de un acto fallido del cual yo esperaba que usted cometiera; piensa de la paz conseguida a consecuencia de la guerra... ya no piense mas... y puedo afirmar con bastante certeza, que usted, en este mismo instante, se encuentra reconociendo internamente su error conceptual, pero tendrá que hacer un esfuerzo en dejar su ego de lado y reconocérmelo a mi primero, en estos momentos, pero luego, a todos los demás seguidores suyos que fueron convencidos con sus erróneos principios de que lo malo es bueno.
Aunque la sombra del frondoso y centenario árbol que tenían sobre sus cabezas, continuaba estando casi en su lugar, -además de ser muy densa-, no así el calor, que sumado al mal momento y a la desenmascarada psicológica que sufrió Stan a manos de Silos, la transpiración no dejaba de brotarle por su frente, espalda y pecho. Su pantalón ya comenzaba a cambiar de color debido a que el sudor ya lo tenía totalmente rodeado. Por primera vez en su vida, Stan sintió la equivocación de su propia pseudo sabiduría en carne propia. Se había dado cuenta de que, lo que él hace años venía afirmando con absoluta convicción, estaba totalmente equivocado. Y en ese mismo instante, -ego al costado y humildad al frente-, tuvo que aceptar la realidad a la que el Sr. Silos lo había transportado, ya que no hay paz verdadera ni pura, cuando proviene de una guerra. La paz verdadera es la que proviene de las propias virtudes colectivas del pueblo que las portan. La paz es buena porque el pueblo, el ser humano en general, es bueno. La paz nunca será buena con un pueblo mayoritariamente malo. La paz, solo es paz, si y solo si, proviene de los hombres libres y de buenas costumbres. La paz, solo es paz, si y solo si, es un producto de mentes despojadas de todo fanatismo, egos, hipocresías y vicios. La paz es paz, si y solo si, jamás jamás jamás, las guerras las precedan.
El señor Stan, totalmente desbastado por este momento de regreso abrupto a la realidad y al sentido común, y por medio del poco aliento intelectual que le resta, le expresa las siguientes palabras a su hábil interrogador, llamado Silos:
-Sr. Silos, es evidente que usted me ha hecho ver una realidad que hasta hace unos minutos atrás no la veía, incluso, he llegado a afirmar todo lo contrario a lo que hoy, por medio de sus preguntas, me ha hecho ver, y es que casi toda mi vida de conferencista, mi ego y mi falta de humildad, no me han dejado ver una realidad que tenía frente a mis ojos, y que es... bueno... lo que los dos ya sabemos... aunque siento que me ha liberado de algo que por mucho tiempo no lograba darme cuenta, y era esta forma de pensar respecto de la guerra y de la paz consecuente... y le digo mas, cada vez que acepto esta realidad, veo como a través de la mascara de una elocuente eminencia, no he sido nada mas que un simple ignorante, de entre tantos... pero... no se preocupe, me lo merezco... merezco este brusco golpe con la realidad que usted me propinó, lo merezco realmente, ya que no me imagino que hubiera sido de mi familia y de mí, si yo continuara sosteniendo lo que por sentido común era insostenible... incluso, le digo mas, muchas personas me han querido convencer de lo mismo, pero solo usted tuvo el poder de hacerlo, ya que pudo conseguir, con sus preguntas, que yo mismo extraiga de mis propios pensamientos, la realidad... las respuestas estuvieron siempre dentro mio, pero nadie de los que me querían convencer, al igual que usted, de que yo estaba equivocado, lo ha logrado, por el simple hecho de que únicamente usted me supo encaminar en el sentido de que yo mismo llegue a las respuestas que hoy me permitieron poder mirar, en lugar de ver... por ello, reconociendo mi ego y mi falta de humildad, usted ha descubierto en lo que hasta hace un rato era un supuesto sabio, a un perfecto ignorante, ya que, el que yo afirmara que la guerra es buena debido a que trae paz y tiempos de progreso a los países, y hasta al mundo entero, ahora me doy cuenta de que simplemente no deben haber guerras... y cada vez que pasa el tiempo en el que le expreso estas palabras, y viendo además que usted me está escuchando pacientemente, me doy cuenta del porque se ha generado en mí, esta brutal ignorancia que hoy descubro, enmascarada de sabiduría, y es que en mi mente no tengo ideales... mas bien tengo ideologías... ideologías que algunos le ponen el nombre de "Nuevo liberalismo", una voraz ideología contraria al verdadero Liberalismo, que intenta por todos los medios posibles; y que ahora ato cavos de que uno de ellos es la guerra; achicar a los estados en demasía, y aunque no estoy en contra de las corporaciones, estoy en contra de que estas corporaciones estén dogmatizadas por la deshumanizada diosa mercado, exaltando los egos humanos, constantemente, y que las cuales se queden con ciertos organismos estatales, que son muy imprescindibles para que una región de este planeta, tenga paz y abundancia... ahora entiendo Sr. Silos, ahora comprendo que mal he hecho a mucha gente cambiándole su forma de pensar... deberé redimirme... esa será mi gran sabiduría, mi gran humildad... mi verdadera máscara... ese seré yo mismo... ese será, de ahora en más, mi deber para con la sociedad... va a ser difícil porque deberé responder muchas preguntas respecto de este abrupto cambio, pero, no me importa, seré humilde y diré a todo el mundo que un tal Silos, me ha hecho ver la realidad de lo que siempre he afirmado contrariamente... y... y... espera Silos... no solo me has hecho ver la realidad de la paz y la guerra, sino que también, has hecho extraer de mí, virtudes que antes no las tenía a flor de piel, reconocer falencias que antes ni me percataba de que estaba equivocado... es más Silos... mientras me sigues escuchando pacientemente y en silencio, reconozco que mi ideología del hiperconsumo, del mundo light consumidor y materialista se ha esfumado de un plumazo... y todas estas palabras de reflexión que están saliendo de mí, en estos momentos, no son mas que buenos productos del efecto Silos... y siento humildemente que debo agradecértelo Silos, disculpa que ahora te tutee, pero quedaré agradecido de por vida... me has dado una lección que nunca olvidaré -finalizó Stan su largas y últimas frases de reconocimiento de su ignorancia.
-Estimado Stan, no me tienes que agradecer, y te soy sincero, no lo he hecho por ti, lo he hecho por las miles de mentes que podrías continuar afectando erróneamente en el futuro por medio de tu tan descabellada ideología... lo he hecho porque te sigo desde hace tiempo y estaba esperando la oportunidad de hacerte ver la realidad, de la cual me alegra de que te hayas percatado y de que ahora hayas decidido redimirte con tu público seguidor... nunca olvides Stan que el primer paso hacia la sabiduría es reconocer nuestra propia ignorancia... ¡y tu lo has hecho!... y que de ahora en más, las virtudes que hoy han emanado de tu interior, no se escondan nuevamente... no dejes que eso pase, y recuerda que el hábito es el único método que tiene el ser humano de fijar en su mente un proceso repetitivo psicológico, para no dejarlo de hacer nunca, y valerse de él en el momento en que sea necesario.
-Silos, querido, y ya no te llamaré más Sr. Silos, déjame tu teléfono, ya que serás el invitado de honor a mis conferencias para que observes en primera fila, no a un tal Stan redimiéndose de su ignorancia y hablando de su nueva y realista forma de pensar, sino que verás el producto de tu propio accionar sobre mí... veras un humilde efecto de una gran causa que eres tú, mi nuevo amigo Silos... no me verás a mi, sino que verás, lo que tu has hecho de mi.
Nelson J. Ressio.
Pensamiento vigente. pero que nadie ve.
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